I
8.25 a.am. Casa de Alan Dagger. Alan, el inspector Liam Nuvik y Vannesa en la cocina.
«Bueno, inspector. ¿Cree que el nuevo compañero es fiable?» preguntó Alan dando un sorbo a su vaso de zumo de naranja. «Totalmente» respondió el oficial haciendo lo propio con su taza de café.
«Me voy a vestir. He de ir al trabajo. No como otros» comentó con tono jocoso Vanesa sacando la lengua. «¡Eh, que yo no tengo la culpa de haberme hecho un esguince!» contestó Dagger. «Lo tenías todo planeado» añadió marchándose riendo.
«¿De qué trabaja su novia?» preguntó Nuvik. «Trabaja como traductora». «Traductora. ¿En California?» «Depende de con qué proyecto esté». «Entiendo». «¿Desea otra taza de café?» «No. Ya me voy. Hay mucho trabajo que hacer. Descanse». «Si. Gracias. Lo haré. Gracias por venir a verme» contestó Alan viendo como se marchaba cerrando la puerta.
«¿Qué pasa, Tor? ¿Quieres comer?» preguntó viendo al pastor alemán llegando hasta él. «Bueno. Os dejo a los dos hombres solos. Comportaos» dijo Vanesa alegre. «Tu también» contestó Alan besándole mientras le daba una palmada en las nalgas. «Te denunciaré por malos tratos» le amenazó ella sin poder contener la risa. Alan la contempló feliz y se volvieron a besar.
II
9:15 a.m. Newport Beach. Condado de Orange. California. Blake Lance y Jeff Naldiner en un coche dirigiéndose a la comisaría de la ciudad.
«¿No serás gay?» preguntó Naldiner mientras apoyaba su brazo derecho en la ventanilla abierta de su lado. «No» contestó Lance sin inmutarse y sin dejar de conducir. «Me alegra saberlo. Te lo he preguntado porque con esas gafitas y tan modosito que pareces eres un poco sospechoso». «No todos los gays tienen el mismo aspecto». «Si pero todos tienen un mismo aire». «Dejemos de hablar de este tema. Hemos venido a trabajar». «Eso digo yo. ¡A trabajar!».
«Han llegado puntuales. Gracias. Soy Terry Brown, detective de la comisaría de Newport Beach» dijo un hombre de mediana edad vestido con pantalones de pana, camisa blanca, corbata y una americana. «Nosotros somos los apafuegos» soltó Naldiner mirándole esbozando una media sonrisa. «¿Qué?» «Somos los detectives Blake Lance y Jeff Naldiner. Os venimos a ayudar» dijo Lance ajustándoose las gagas. «Si. Vale. Bueno, se trata de un homicidio utilizando una Walther de 9 milímetros». «¿Quién es la víctima?» «Barry Honde, un banquero de cincuenta años». «Era joven». «Pues si. Una lástima para él». «Quiero ver el cuerpo» dijo Naldiner serio. «Si. Les acompaño».
«Dos disparos. Uno en la frente y otro en el corazón. Sabía lo que hacía quien le disparó» comentó Blake mientras se limpiaba las gafas. «Si. No lo ha matado cualquier pardillo. Vayamos a ver al sobrino del millonario» añadió Jeff. «Si» confirmó Lance abriendo la puerta del coche mientras el cielo se ponía bastante nublado y se escuchaba un trueno.
12:30 p.m. Casa de Morgan Honde. Naldiner y Blake están sentados en un sofá del recibidor decorado con cuadros del siglo XVIII. «Este tío seguro que es marica» espetó el primero esbozando una sonrisa de desprecio. «Por qué lo dices?» «Porque tanto cuadro me hace sospechar».
«Hola detectives. Supongo que están aquí para hacerme preguntas de mi tío. Adelante» anunció Morgan Honde llegando al recibidor vistiendo un pantalón negro largo de pinza con una camisa blanca y un chaleco también negro. El pelo moreno lo llevaba engominado hacia atrás. La perilla con bigote al estilo mosquetero de Alejandro Dumas le daba un aire elegante y atravido. Pero su mirada, atenta y perspicaz, reflejaba grandes reflejos e inteligencia. Sentado en su butaca analizaba sin hablar a los dos detectives. Por su parte, Blake lo veía como un niño grande con mucho dinero dispuesto a mantener una actitud soberbia con respecto a ellos pero para Naldiner se trataba de un gay rico acostumbrado a hacer lo que venía en gana.
«¿Su tío sabía que ustd era gay?» preguntó a bocajarro. Lance carraspeó nervioso ante tal osada pregunta. «Si. Lo sabía». «¿Y cómo lo llevaba?» «Si se refiere a si le gustaba o no tener un sobrino maricón la respuesta es que no. Pero soy su único sobrino y su única familia en esta ciudad» respondió Morgan levantando las manos hacia arriba en plan «es lo que hay, para bien o para mal».
«¿Tenía su tío algún enemigo que quisiese verlo muerto?» interrogó Blake de forma pausada. «¡La gran mayoría de la gente lo quería ver criando malvas! Piénselo por un momento: hetero, banquero, asquerosamente rico, con acceso a un montón de putitas de lujo, cochazos, varias casas de lujo… No era difícil que muchos lo quisiesen ver en el hoyo». «Ya vemos que para usted su tío no era nada importante en su vida» interpeló Jeff con una sonrisa de desprecio. «¿Mi tío? No, para nada. Pero después de todo, era mi tío. Ya sabe». «Claro». «¿Dónde estaba cuándo mataron a su tío?» inquirió Lance ajustándose las gafas. «Aquí. En mi casa». «¿Alguien lo puede corroborar?» «Si. Mi gato pero dudo que entiendan su lenguaje». «¿Hay cámaras en su casa?» indagó Naldiner. «Alguna hay pero, como supondrá, no siempre están activas. Sobre todo si yo estoy en casa». «Hay gente que se graba haciendo cositas». «Las cositas las grabo a veces pero ese día no. Ya ve» replicó Honde con suficiencia. «Otra pregunta antes de irnos…» «Pregunte». «¿Tiene una pistola Walther de 9 milímetros?» «Sería un ingenuo decir que si, si la tuviera, ¿No cree?» «Ciertamente. Ahora responda. ¿La tiene o no?» «No». «Bien. Le dejaremos por ahora. No salga de la ciudad. Estaremos en contacto». «Disfruten del caso detectives».
«Se cree muy listo y sabe mantener la calma pero esto no se ha acabado aun» masculló Naldiner. «Hay que vigilarlo» dijo Blake ajustándose las gafas.
«Antes de comenzar la guardia deberíamos ir a comer algo». «Es mejor quedarnos aquí. Si sale, lo perderemos». «No te sulfures Lance. Le puse un espía en el chaleco». «¿Un localizador? ¿De dónde lo has sacado?» «Tengo algún contacto en el FBI. ¡Y ahora dejemos de hablar y vayamos a engullir dos o tres raciones de comida japonesa!» exclamó Jeff frotándose las manos.
Antes de entrar en el local para comer se toparon con tres jugadores de rugby que iban corriendo.
«¡Mirad por donde corréis, merluzos!» soltó Naldiner enfadado. «¿A quién estás llamando merluzos?» preguntó uno deteniéndose delante de él. «A ti, cara de pan. Largaos antes de que os parta la cara». «Este tío se la está buscando» dijo otro acercándose amenazante. «Déjalo. Vayamos a comer» comentó Blake queriendo evitar una pelea. «Parece que queréis que os caliente un poco, ¿eh?» «¡Yo a este me lo cargo!» exclamó el tercero lanzándole un puñetazo. El detective lo esquivó y le propinó una patada en la entrepierna que lo dejó doblado en el suelo. «¡A por él!» soltó el primero airado animando al que quedaba en pie a ir los dos a por el agresor de su compañero. «¡Cuántos más, mejor!» dijo con tono desafiante Naldiner a la vez que lanzaba un codazo a uno en la cara y una patada en la rodilla derecha al otro. El del codazo se tocó el rostro y gritando cogió al detective abrazándolo. Este le propinó otro codazo, esta vez en la espalda, y, acto seguido, una patada en la cara. El de la rodilla se había quedado inmóbil por unos segundos pero después arrancó una papelera que había en la acera y arremetió con ella contra Jeff el cual aprovechó la inercia de su oponente para dejarlo pasar y darle una fuerte patada en el culo empujándole contra el suelo. Cuando se levantó un tanto aturdido, Naldiner lo cogió de la camiseta y le dió un cabezazo y, sin tregua, un puñetazo en el rostro dejándolo en el suelo sin sentido.
«¡Y ahora coged a vuestro compañero y largaos de aquí!» Y así lo hicieron los otros dos muchachos cogiendo a su compañero para marcharse caminando medio cojos con la moral por los suelos.
19 p.m. Casa de Alan. Oyendo como abren la puerta. «Si viene a vender enciclopedias no estamos interesados» dijo Dagger mientras acariciaba la cabeza de Tor. «Pero traigo una enciclopedia de lencería. ¿No le interesa?» respondió Vanesa esbozando una sonrisa traviesa. «Me interesa la lencería que lleve usted, señorita». «Bueno, pues se la enseñaré…» dijo ella mientras se desabrochaba los pantalones y se los bajaba lentamente. «Braguitas blancas. Muy bien señorita. Tiene buen gusto» comentó Alan mientras acariciaba las nalgas de su novia. «Entonces hay que celebrarlo». «Yo creo que si. ¿Tú qué dices Tor?» Tor soltó un ladrido y se marchó. «Eso quiere que nos da luz verde». «Pues ya sabe usted lo que hay que hacer ahora» dijo Vanesa sonriendo. Alan le guiñó un ojo sonriendo y se besaron abrazándose.
21:10 p.m. Morgan Honde sale de su casa, camina unos metros, habla con un hombre al cual le entrega su chaleco y dinero y se vuelve a meter en su hogar mientras observa como el otro se marcha subiendo en un coche.
23:25 p.m. «Ya llevamos dos horas siguiéndolo. ¿Qué querrá hacer?» preguntó en voz alta Lance mientras conducía. «Pronto lo veremos y entonces, lo pillaremos» respondió Naldiner con aire autosuficiente.
1:15 a.m. En una carretera de Newport Beach. Blake y Jeff con el conductor del coche al que seguían. «¡Nos la ha jugado el mariquita!» dijo de mala gana el segundo dando una patada con el pie a una lata de refresco que había en el suelo.
III
7:45 a.m. Casa de Alan. «¿Una partidilla antes de ir al trabajo, señorita?» propuso Alan divertido sacando el tablero de ajedrez. «No, que te gano» respondió Vanesa sonriendo mientras se peinaba con el cepillo. «Pues una rápida a las damas» dijo guiñando un ojo a la vez que Tor se acercaba hasta él moviendo la cola. «Cuando vuelva jugamos a lo que quieras». «Trato hecho pero antes me tienes que dar un anticipo». «¿Quieres una garantía?» preguntó Vanesa acercándose lentamente. «Por supuesto» confirmó Dagger caminando cojeando a su encuentro. «Pues te la daré» anunció ella dándole una galleta. «¿Una galleta me das? ¡Ven aquí!» exclamó Alan mientras ella salía corriendo hacia el pasillo sonriendo pidiendo ayuda a Tor.
9:10 a.m. Casa de Morgan Honde. Naldiner y Lance delante de la puerta. «Llevamos tres minutos llamando y nadie abre» dijo Blake ajustándose las gafas. «¡Maldita sea! – vociferó Naldiner- Ya sabía yo que iba a pasar esto». «Podemos pedir una orden al juez para registrar la casa. Quizás encontremos pistas». «Tardará demasiado» dijo Jeff probando de forzarla. «Hay gente mirando. Pareces un ladrón» comentó Lance un tanto azorado. «Que piensen lo que quieran. Vamos a pillar a Honde».
«¡Oigan! ¿Qué están haciendo?» preguntó una mujer mayor a los dos detectives. «Estamos en una investigación. Somos detectives» respondió Blake. «¿Detectives? ¡No me lo creo!» «¡Lárguese de aquí ahora mismo, señora, o si no le daré una patada en el culo enviándola tres manzanas lejos!» amenazó Naldiner. «¡Oh, Jesús!» expresó la anciana alejándose lo más rápido que podía.
«Bueno, ya estamos dentro» dijo Naldiner cerrando la puerta tras de si. «He escuchado un ruido» hizo notar Lance ajustándose las gafas. «No me digas que está aquí escondido». «No creo. Huele a animal pero no es olor a perro». «A saber las mascotas que tendrá como colección en su choza». Justo en ese momento se oyó un rugido felino. «La madre que me… – soltó Jeff desenfundando su arma- Eso es el rugido de un león». «Si. Lo mejor será que nos vayamos ahora mismo» añadió Blake nervioso. «Demasiado tarde. Ya lo tenemos aquí» avisó Naldiner observando a un jaguar caminando por un pasillo en dirección a ellos.
«No querría matarle pero si se trata de él o nosotros está claro que bando elijo» dijo Blake sacando su pistola. El jaguar daba pasos evaluando la situación.
Dos humanos que no conocía en su territorio. Hacía horas que no comía nada pero las posibles presas no olían muy bien. Pero estaba claro que quería marcarles quien era el jefe en esa situación. Volvió a rugir deteniéndose a pocos metros de los detectives. «Como vuelvas a rugir así te voy a dejar como un coladero» le amenazó Naldiner. «No creo que te entienda». «Yo creo que si» dijo apuntando al felino con su arma.
¿Y qué estaba haciendo mientras tanto Morgan Honde? Pues estaba en la habitación de un hotel mirando através de su ordenador portátil las evoluciones de los dos detectives en su casa gracias a la ayuda de sus cámaras. «Que comience la diversión» dijo a la vez que apretaba una tecla.
Cuando Honde apretó el botón el jaguar se abalanzó a por ellos y en vista de esa reacción los dos dispararon al animal. El jaguar cayó al suelo fulminado por más de una docena de balas.
«¿Cómo es que no está sangrando el gatito? ¡Le hemos acribillado el cuerpo entre los dos!» «Tienes razón. Debería estar desangrándose» respondió Blake ajustándose las gafas.
Naldiner se acercó a ver el cuerpo. «¡Es un puto robot!» gritó dándole una patada. «Tienes razón. Es un autómata. Estoy viendo los engranajes electrónicos internos». «Ese trasvestido a parte de ser marica es un jodido psicópata». «Y un más que probable homicida» terció Lance rascádose la cabeza con la mano.
18:15 p.m. Comisaría de Newport Beach. Terry Brown, Naldiner y Lance en una sala con una mesa, una máquina de café y tres sillas. «No hay duda de que están cerca de él. Por eso se escapa. Pero como ya les he comentado, Morgan Honde no tiene más familia aquí. Que nosotos sepamos» explicó Brown mientras daba un sorbo a su café. «Da la sensación como si fuese un paso por delante. Una de dos: o es muy listo o tiene un cómplice» dijo Naldiner. «Es una posibilidad» apuntó Blake ajustándose las gafas.
«Oye, Terry, ¿es de fiar la gente de la comisaría?» preguntó Jeff mientras dejaba en la mesa su vaso de café. «Desde luego. Al menos yo no conozco a nadie corrupto» declaró. «¿Nunca pillan a nadie de tus «compis» los de asuntos internos?» «No. Nunca». «Tengo la sensación de que Honde se lo toma como un desafío personal. No creo que tenga colaboradores» indicó Lance con voz calmada. «Ya, pues de momento nos está pasando la mano por la cara. No hemos encontrado nada en su casa. Y sin pistas que lo incriminen, no hay como meterlo en prisión» soltó Naldiner sentándose en una silla con cara de enfadado. «Volvamos a mirar el expediente del caso» propuso Blake.
21:05 p.m. Lance y Naldiner cenando en un restaurante. «Ya tenía ganas de comer algo caliente después de este día de mierda que llevamos» dijo Jeff llevándose a la boca un buen trozo de ternera con salsa de pimienta y champiñones. «Yo también» dijo Blake dando cuenta de su merluza a la jardinera.
«Cuando resolvamos el caso me iré a nadar a Miami» dijo Naldiner esbozando una pequeña sonrisa. «¿Tienes días de fiesta? ¿Unas vacaciones expréss?» «Algo así. Me he pasado mucho tiempo sin unas vacaciones como dios manda». «¿Antes de estar en California dónde trabajabas?» «En Detroit». «¿Y qué tal la experiencia?» «Una mierda. Por eso pedí el traslado aquí». «Entiendo». «¿Y tú, qué? ¿Siempre en California?» «Siempre en California». «¿Y qué le ha pasado a tu compañero?» «Un esguince en el pie». «Que putada». «No te pienses. Tiene una novia espectacular que le cuida muy bien» respondió Lance bebiendo un poco de su bebida. «¡Ah, eso lo cambia todo!» exclamó Naldiner dando una fuerte palmada en el aire sonriendo.
Y cuando todo parecía ir tranquilo en una noche que distendida después de una jornada atrajeada se escuchó por el megáfono del restaurante la voz de Morgan Honde: «Buenas noches detectives. Ante todo, que aproveche su cena. En segundo lugar quería decirles que les invito mañana a almorzar en mi casa. No hace falta que fuercen la puerta como hoy. Si vienen les mostraré lo que estaban buscando. Hasta mañana».
«¡Será cabrón!» gritó Naldiner. «Puede ser la oportunidad que estábamos buscando. No te sulfures» le intentó calmar Lance.
IV
9:15 a.m. En una cafetería. Terry Brown, Naldiner y Lance. «Seguramente es una trampa pero también es una ocasión para volverlo a ver y detenerlo» dijo Brown dando un sorbo a su café. «Si. Es bastante probable que pase lo que dice» terció Naldiner más reflexivo. «De todas formas, estaría bien que algunos compañeros de la comisaría reforzasen el perímetro escondidos» dijo Blake ajustándose las gafas. «Puede contar con ello».
Casa de Morgan Honde. 13:50 p.m. Honde, Naldiner y Lance. «Bienvenidos de nuevo a mi hogar, detectives». «Gracias por tan amable gesto» contestó Naldiner. «Noto cierto tono de sorna en su contestación». «No. Para nada. Porque se que al final te atraparemos». «No se puede atrapar a alguien que sabe como no dejarse atrapar. Perdonen el juego de palabras. Me ha salido solo». «Si, es usted muy ocurrente».
Mientras intercambiaban estas palabras Blake miraba todo con detalle. La mesa, elegantemente preparada con un candelabro de tres velas en medio, un hilo de música de ópera por toda la casa y olía a perfume de agua de rosas. Parecía una cena romántica más que una comida con dos policías y un sospechoso.
«¿No seguirán enfadados por lo del autómata, verdad?» «¿Por lo del jaguar? No, claro. Es una experiencia que todo el mundo debería disfrutar una vez en su vida». «Aprecio sus palabras detective. Y su fino sarcasmo» dijo Honde levantando una copa de cava de la que bebió un sorbo.
«¿De dónde ha heredado esa afición por el mundo de los robots?» preguntó Lance mirando una pequeña figura de un hombre elegante que parecía tocar un violonchelo. «De nadie o, quizás, de algun pariente lejano. Un ancestro, tal vez. De mi tío no, desde luego». «¿Quieres ser el Uri Geller de los autómatas?» preguntó Naldiner. «No pero admiro las facultades de ese hombre. Dentro de su parcela es único». «Aparte de los juguetes robóticos y los cuadros de pintura tienes otros juguetitos?» «¿Te refieres a juguetitos sexuales? Alguno tengo pero no creo que te agraden». «Yo tampoco lo creo. A mi me van más los conejitos, ya sabes». «Si. Es usted muy macho detective». Blake se tocó la nariz con su dedo índice disimulando una sonrisa. «Bien. Será mejor que procedamos a sentarnos. La comida ya está lista para servir». «¿Y quién la va a servir? ¿Un tigre?» «No. Un camarero. Rotius» informó Morgan Honde sonriendo. Y justo después apareció un autómata con aspecto de joven camarero trayendo una gran bandeja de comida. «¿Es tu novio?» «No. Es mi creación». «Lo dice como si fuese su autómata preferido» observó Lance. «En cierto modo lo es. Sólo le falta tener consciencia pero eso es sólo una bonita quimera. Por el momento».
Lance evaluó la situación. Un psicópata amante de los autómatas invitando a almorzar a los dos detectives que le seguían la pista por el posible homicidio de su tío, un nuevo compañero con un carácter pasional y homófobo muy acentuados y en medio de todo, él. Y mientras tanto, Alan en su casa con su novia y Tor.
Por su parte, Naldiner consideraba que estaban perdiendo el tiempo con el sospechoso y que debían ir más directos a por él. Pero también había comprobado que Honde era listo y, además, estaba en su territorio. ¡A saber qué estaba tramando hacerles de un momento a otro!
Pero ni Lance ni Naldiner sospechaban lo que Honde estaba planeando. Todo estaba en una aparente calma pero ésta podía saltar por los aires en cualquier momento. Los tres eran conscientes de ello aunque el que tenía la sartén por el mango era, sin duda alguna, el anfitrión.
Aunque el que se sentía más desbordado era Terry Brown. No estaba acostumbrado a casos como este. Su rutina era más tranquila y ,aunque trabajaba como detective y no lo hacía mal, no era precisamente lo que se conoce por un hombre de acción. Pero no quería quedar mal con los compañeros que habían venido a echarle un cable así que se esforzaba por dar lo mejor de si.
Cuando iban ya por los postres sonó un teléfono móvil. «Disculpen. Ahora mismo vuelvo» dijo Morgan levántándose y marchándose a una sala próxima.
«A ver si nos dice de una vez lo que queremos saber. Aunque lo dudo mucho» soltó Naldiner con tono un tanto airado. «Creo que si que nos lo dirá. Para él esto es como un juego de desafío entre él y nosotros y disfruta con ello» repondió Blake ajustándose las gafas. «Yo disfrutaré más cuando lo vea metido en la cárcel». Lance esbozó una leve sonrisa mientras daba un pequeño sorbo a su bebida.
«Ya estoy de vuelta» dijo Honde manteniendo un rictus sonriente. «¿Qué has estado con uno de tus amantes?» interrogó Naldiner en tono burlón. «No se por que piensa que soy gay. En realidad soy bisexual. Es la mejor opción». «No lo se. Yo sólo disfruto con los agujeros femeninos». «Es usted encantandoramente vulgar». «Gracias. Son muchos años trabajando en ello». Blake tosió ligeramente queriendo ocultar su risa. «En fín, llegó la hora de los licores. Con ello finalizaremos nuestro ágape» anunció Morgan viendo como Rotius acercaba una bandeja con tres vasos de licor. «Sírvanse del vaso que gusten. ¡Por el genio de los grandes hombres! ¡Salud!» brindó Honde alzando su vaso en el aire.
Después de beberse sus respectivos vasos de licor, tanto Blake como Naldiner se sintieron pesados y somnolientos. «¿Qué es esto? Nos has drogado…» dijo Jeff querienndo levantarse de su silla pero sin tener fuerzas para hacerlo. «¡Brillante, detective! ¡Lo ha deducido usted solo!» «¿Y por qué usted no está como nosotros…?» preguntó Lance con un hilo de voz. «Oh, eso es muy fácil de explicar, detective. Me tomé una contradosis antes de volver para no tener los mismos efectos que ustedes están teniendo ahora mismo» contestó mirando su vaso a contraluz con la llama de las velas de la mesa.
17 p.m. «Están tardando mucho» pensaba el detective Brown consultando su reloj de pulsera. «¿No cree que tardan mucho, señor?» preguntó un policía vestido con chaleco antibalas portando un rifle. «Si. Lo creo. Esperaremos 5 minutos más y entramos» «Bien. Avisaré al resto».
El detective Brown estaba plenamente confiado de que los detctives eran unos buenos policías. Y también estaba confiado de que se habían escondido bien para darles cobertura. Pero desde hacía un rato estaba sintiéndose bastante nervioso.
Pasaron los 5 minutos y entraron con Brown llevando el mando de la operacion. «No hay nadie, señor» dijo uno de los hombres. «¡Registren todo otra vez! ¡Tienen que estar aquí!» Pero por mucho que registraron no encontraron a nadie.
V
8:05 a.m. Casa de Alan. Dagger y Vanesa tumbados en la cama. «¿Tú no tienes que ir a trabajar?» «Hoy es sábado, cariño» respondió Vanesa sonriendo. «¡Ostras, es verdad! Es lo que tiene el no trabajar. Pierdes la noción del tiempo». «Y hablando de trabajo ¿Qué sabes de Lance? ¿Ha cerrado el caso, ya?» «No. Ayer me dijo que tenían un plan. Si funcionaba, lo cerraban pero no me ha enviado ningún mensaje nuevo». «Así que no está cerrado». «No está cerrado. Es usted muy chafardera, señorita…» manifestó Alan guiñando un ojo. «Si, como usted, señor» contestó ella esbozando una sonrisa viendo como él le miraba el cuerpo desnudo alzándole el camisón. «¡Pues se ha de aguantar porque es usted mi novia!». «Si. Me aguantaré. ¡Qué remedio!» «¿Cómo que qué remedio? ¡Tor, ataca!» Nada más decirlo vino el perro abriendo la puerta de la habitación y empezó a ladrarle a Vanesa.
«¡Ah, eso es trampa!» gritó Vanesa divertida. «¡Es lo que hay!» manifestó Alan dándole una palmada en las nalgas sacando la lengua.
10:15 a.m. En una habitación de la casa de Morgan Honde. Naldiner y Lance sentados en dos sillas, atados de manos y pies. «¡No te saldrás con la tuya, psicópata del demonio!» masculló Naldiner. «Ya lo estoy haciendo». «Tengo una pregunta. ¿Por qué hace todo esto? Es rico, joven, inteligente. ¿Qué está buscando?» preguntó Blake. «La inmortalidad, como Aquiles» contestó Honde mesándose su ondulado cabello con su mano derecha. Naldiner miró a Blake negando con la cabeza. «¿Nos dirá cómo mató a su tío?»»No lo maté yo. Están equivocados». «Pero sabe quien fue…» «Eso si» respondió esbozando una medio sonrisa. «¿Quién? ¿Rotius?» sondeó Naldiner con ironía. «¡Bravo! Muy bien, detective. Después de todo posee alguna brizna de intuición digna de alabar». »
Espere. Un autómata no tiene inteligencia» interpeló Lance. «No pero si que puede ejecutar determindas órdenes». «Es decir, que su robot está programado para ejecutar determinados movimientos cuando usted se lo ordena». «Exactamente». «Igualmente te va a caer una buena por preparar el asesinato de tu tío». «Que yo sepa no hay ninguna ley en los Estados Unidos de América que castigue o penalize a alguien por construir autómatas». «Por diseñarlos, no. Por programarlos para que maten a personas, seguro que si». «Suponiendo que sea como dice, eso se ha de demostrar. Lo que estamos hablando ahora no se esta grabando. Por lo tanto, no quedará ningún registro de esta conversación y, por ende, ninguna prueba incriminatoria».
Lance miró rápidamente la habitación donde se hallaban. Parecía un taller lleno de esbozos de autómatas decorado por algún cuadro paisajístico.
«¿Qué representa esta habitación?» «Es el hogar de mis creaciones y un buen escondite». «¿Cómo es que no la habíamos visto antes?» «Porque se abre con un mecanismo secreto. De esta forma sus compañeros se han dado de bruces buscándolos».
«¿Y qué piensas hacer con nosotros, lumbreras?» «Matarles, obviamente». «Tengo otra pregunta. ¿Por qué se deshizo de su tío? Era el único pariente que le quedaba vivo». «Cierto. Pero no siempre los parientes de sangre son nuestra verdadera familia. Las afinidades intelectuales unen más». «¿Por eso lo mataste?» «No fuí yo, sino Rotius». «Ya». «El motivo es simple. Fue un experimento». «¿Un experimento?» «Eso es. Quería comprobar como una creación autómata podía ejecutar acciones criminales en sustitución de una persona». «Estás enfermo». «¿Pero por qué eligió a su tío y no a otra persona?» «Porque para mi era una persona como cualquier otra y, además, estaba físicamente muy cerca mío, con lo cual me evitaba tener que buscar fuera». «O sea, además de homicida, gandul. ¡Qué perla!»
Blake parecía muy atento a la conversación pero lo que realmente estaba ocupando su concentración era desahacerse de las ligaduras que le maniataban las manos. Morgan Honde era un ser muy inteligente, incluso genial pero físicamente no era corpulento y su inmovilización no se había realizado con la dureza y presión que requería. Y eso era una gran oportunidad para aprovecharlo.
«Bien, si no desean conversar más, Rotius hará los honores». «Como con tu tío». «Eso es pero esta vez con silenciador. Es por precaución, ya saben». «No faltaba más».
Cuando Honde se giró para ir a por el autómata, Blake le hizo una señal a Naldiner indicándole que casi se había soltado. Naldiner esbozó una sonrisa y comenzó a hacer lo mismo.
«Bueno. Aquí estamos» dijo Morgan trayendo al autómata y la pistola con silenciador. «Hacéis muy nuena pareja» soltó Jeff esbozando una sonrisa de desprecio. «Si. El creador y su obra» dijo mientras encendía a Rotius tocando un interruptor que tenía en la espalda.
A veces los genios se ensimisman tanto con sus creaciones que pierden la noción de la realidad y su atención respecto a ella. Esto lo supieron utilizar eficazmente los dos detectives cuando se quitaron las cuerdas que les aprisionaban y al unísono saltaron a por Honde el cual seguía mirando a su robot con autosuficiencia creadora.
Blake le inmovilizó los brazos y Naldiner le soltó una fuerta patada en la cara que lo dejó sin sentido. «¡Y esta de propina!» vociferó dándole otra patada giratoria. «No hacía falta. Está inconsciente» apuntó Lance ajustándose las gafas. «Bueno, no me quería ir quedándome con las ganas» respondió sonriendo victoriosamente.
VI
Comisaría de Newport Beach. Terry Brown, Naldiner y Blake. «Gracias por su ayuda. La próxima vez espero sacarles las castañas del fuego mejor» dijo Brown mirando de forma intermitente al suelo. «Todo está como tiene que estar. Tranquilo» respondió Naldiner poniendo su mano derecha en su brazo. «Gracias de nuevo. Buen viaje». «Gracias. Saludos a todos» expresó Lance alzando la mano.
«Gracias por echarme una mano con este caso» dijo Blake mientras conducía. «De nada. Me lo he pasado muy bien. Eres un buen poli, Lance. Un poco moñas, pero buen poli» respondió Naldiner. «¿Un poco moñas? ¿A qué te vas caminando de vuelta?» «No le harías eso a quien te ha salvado el pellejo». «Fuí yo el que te salvó mostrandote como hacerlo». «¡Tonterías! ¡No hay testigos! ¡Mis patadas giratorias salvaron a Newpoort Beach!» dijo Naldiner esbozando una franca sonrisa mientras Blake sonreía de forma más comedida satisfecho del trabajo bien hecho.
FÍN