I
Amanecía en Blue Lake. Una joven pareja paseaba por la orilla del mar. De pronto, el chico se detuvo viendo algo grande que flotaba en el agua. «¿Qué es eso?» «Parece un…» empezó a decir ella tapándose la boca mientras abría los ojos con gran expectación. Al acercarse el chico se percató de que era un hombre muerto con una herida en la frente que le sangraba. «¡Aaah!» gritó la chica asustada tapándose la cara con sus manos. «Llamaré a la policía. ¿Qué número era?» preguntó el chico contemplando sobresaltado el cadáver.
II
«¿Son los detectives Alan Dagger y Blake Lance?» «Si. Lo somos» contestó Dagger. «Lo suponía. Este pueblo es muy pequeño y ustedes destacan mucho. Yo soy Ben Flannery. Digamos que soy el policía… Bueno, soy el único policía activo porque los otros o están de baja o de vacaciones. Hay dos chicas administrativas pero no son policías. En fín, que me alivia saber que tengo ayuda» dijo poniendo sus manos en su cintura mientras sonreía mostrando su alegría. «Nos gustaría ver el cuerpo» intervino Lance ajustándose las gafas. «Si, claro. No faltaba más.»
«Un disparo y listo – dijo Blake – No se ha complicado la vida». «¿Quién era?» preguntó Alan mientras observaba el cadáver. «No lo sabemos. Es decir, sabemos que se llamaba Horace Siller, pero poco más» contestó Flannery un poco confundido. «¿Qué hacía aquí?» «No lo sé. Sólo he mirado la documentación que tenía en el piso donde estaba alojado». «Yo pensaba que sólo conocía su nombre». «Si, bueno, es lo que conozco. Y también que tenía cuarenta y dos años y que le gustaba la comida china. Encontré restos de ella guardada en un armario». «¿Y cómo sabe lo de la edad?» «Pues porque había un carnet de socio de una biblioteca en la que ponía su fecha de nacimiento». «Vaya, vaya…Pues sabe más de lo que nos dijo». «Es verdad -dijo esbozando una sonrisa- pero ya no se nada más. Ahora el caso es suyo».
«Este es el piso. Vamos a hechar un vistazo» dijo Dagger delante de la puerta. «¿Qué desean?» preguntó un hombre saliendo de la puerta de al lado. «Somos los detectives Blake Lance y Alan Dagger. Estamos investigando la muerte de Horace Siller. ¿Es usted su vecino?» «Si. Soy Gordon Shadow, vecino y propietario del inmueble». «Es decir, su casero». «Si. Es otra manera más coloquial de decirlo». «Queremos entrar al piso para investigar. ¿Tiene usted la llave? ¿Puede abrirnos?» «Si. Ahora mismo les abro» dijo sacando un manojo de llaves del bolsillo de su chaqueta. «Gracias». «Les dejo trabajar detectives. Si me necesitan estoy aquí al lado».
«Sigue buscando a ver si encuentras algo. Voy a comprar algo de comida» dijo Alan. «Vale. No tardes mucho si no quieres que me coma alguna silla» respondió Blake. «Puedes comerte alguna a modo de aperitivo». «Y el mando del televisor para acompañar». «Ya te digo» dijo Dagger guiñando un ojo mientras abría la puerta para salir.
Mientras Alan hacía cola para pagar en un supermercado, vió como el hombre que estaba primero increpaba a la joven cajera. «A ver que pasa aquí» dijo acercándose. «¡Usted váyase que no es cosa suya!» gritó el hombre. » Si es cosa mía si está insultando a la chica». «¡Es una incomptetente! ¡No pienso pagar este arroz!» «Está bien señor. Déjelo aquí que yo lo guardaré» respondió la chica con voz tranquila. «¡Toma el arroz!» dijo el hombre tirándo el paquete de arroz al suelo. «Coja el arroz y déselo bien dado » dijo Alan con voz seria. «Este hombre no está bien…» dijo una mujer que estaba en la cola junto a su hija. «¿Quieres que coja el arroz?» preguntó el hombre mirando a Dagger desafiante mientras alzaba su puño. «Ya se me ha acabado la paciencia» dijo Alan cogiendo al hombre por el brazo reduciéndolo. «¡Suélteme! ¡Suélteme! ¡Llamen a la policía!» «La policía soy yo» dijo Alan sacando su placa de detective.
«Gracias» dijo la cajera sonriendo aliviada en el exterior de la tienda. «No hay de que. Me marcho ya a comer que Blake me espera». «¿Quién es Blake?» «Mi compañero». «¿Estáis aquí para solucionar el caso de Horace Siller?» «Eso es. ¿Lo conocías?» «Había venido a comprar alguna vez. Me acuerdo de los nombres cuando me dan las tarjetas de crédito para pagar» respondió ella sonriendo más tranquila. «Eso es bueno. Una buena memoria es una buena amiga. ¿Cómo te llamas?» «Heather. Y tu Alan». «Eso es. ¿Lo viste cuando enseñé mi placa?» «Si». «¿Quieres ser detective Heather?» «No pero si quiero volver a verte». «Es posible que nos veamos otra vez» respondió Alan alegre.
III
«He mandado analizar las huellas que encontré ayer. Son de un tal Marcus Deryl» dijo Lance ajustándose las gafas. «¿Qué hay de él?» preguntó Alan mientras cogía las llaves del coche. «Trabaja como sepulturero». «Que trabajo tan apasionante». «Si ¿verdad?»
«¿Mi hijo? No se donde diablos está». El hombre, de unos sesenta años, caminaba cojo de la pierna derecha. Se ayudaba con un bastón de madera y de cualquier respaldo que econtrase a mano por la casa. La vivenda estaba llena de cabezas de animales disecados colgados de la pared y habían restos de comida en la mesa. «¿Puede bajar el volumen de la televisión?» sugirió Dagger. «¿La televisión? ¡Claro! La tengo porque me hace compañía. ¿Quieren un trago?» «No, gracias. Queremos hablar con su hijo» dijo Lance. «Ya les he dicho que no se donde está. Es muy raro. No se parece a mi ni a su madre». «¿Dónde está ella?» «¿Su madre? En el cielo o ¡en el infierno!» respondió soltando una macabra carcajada mientras daba cuenta de un vaso de licor. «Teniendo un padre así yo también me haría sepulturero…» dijo Alan a Blake en voz baja.
«La habitación de este tío es lo opuesto a lo que tienes tu en tu casa» dijo Alan poniendo sus manos en su cintura. «Si» dijo Blake ajustándose las gafas. La habitación estaba llena de fotos de ultratumba con seres grotescos y una luz mortecina de color rojo. «Ideal para estar con una chica». «A no ser que sea igual que él». «Claro está». «¿Qué hacen en mi habitación?» preguntó Marcus entrando de repente. Era un chico joven de unos veinti y pocos años. Alto, corpulento, con pelo largo negro y ojos oscuros con una mirada turbia, era alguien que, a primera vista, daba respeto. Su voz profunda y ligeramente ronca junto con su ropa de tonos negros con un colgante de un crucijo invertido en el centro de su pecho añadían una impresión aún mayor. «Hola Marcus. Somos los detectives Blake Lance y Alan Dagger. Hemos venido a hablar contigo». «¿De qué?» «De Horace Siller». «No sé quien es». «Nosotros creemos que si. Hemos encontrado huellas tuyas en su casa». «Tendrás que acompañarnos a comisaría» dijo Blake mientras limpiaba sus gafas.
«No ha dicho nada desde que lo hemos traído» dijo Alan mirando a Marcus en la sala donde estaba encerrado. «Tampoco quiere ningún abogado. ¿Qué estará pensando?» preguntó contrariado Lance. «En sus cadáveres y su habitación» contestó Dagger esbozando una media sonrisa. «Voy a por café. ¿Quieres uno?» «No. Merci». «Como quieras. Cuida del rey demonio». «Lo haré».
«¿Me echabas de menos?» preguntó Heather acercándose a Alan el cual estaba sentado en un banco de la calle. «Hola. ¿Qué haces por aquí a estas horas? Es medianoche». «Me gusta caminar y desconectar del super y este es el mejor momento. Se está muy bien». «¿Por que no hay gente?» «Si». «Pero yo soy gente». «Tu no eres gente. Tu eres alguien especial». Alan la contempló sonriendo feliz. «¿Cuántos años tienes Heather?» «Veinte». «Ya viene mi compañero. Que duermas bien Heather». «Tu también» dijo ella.
«¿Quién es?» preguntó Blake. «Heather, trabaja en el supermercado». «¿Muy joven, no?» «Tiene veinte años». «Yo le echaba menos edad. Bueno, si quieres puedes ir con ella. Yo me voy a descansar» dijo Lance saludando con la mano mientras se marchaba. «Ahora iré yo. Hasta luego» dijo Alan. Después giró la cabeza y vió Heather parada cerca de un árbol con un zapato en su mano.
«¿Qué ha ocurrido? ¿Tienes problemas de vestuario?» preguntó Dagger acercándose hasta ella. «Algo así» dijo ella risueña. «Se te ha roto el zapato». «Si». «¿Vives lejos de aquí?» «A dos manzanas». «Pues te llevo» dijo Alan cogiéndola en brazos. «Gracias» respondió Heather ligeramente ruborizada.
IV
«¿Qué tal has pasado la noche?» preguntó Blake a Alan al verlo llegar a la comisaría. «Muy bien. Gracias. ¿Y tú qué tal compañero?» «No tan bien como tu pero no me quejo. He podido dormir siete horas». «Siento interrumpir. Tengo malas noticias. Marcus ha escapado» dijo Flannery sobreexcitado. «¿Pero no se ha quedado nadie a vigilar esta noche?» preguntó Alan enfadado. «Ya les dije que sólo estoy yo en activo. Los demás o están de vacaciones o están de baja». «No nos ofusquemos – terció Blake – Debemos actuar con lucidez. Seguramente habrá ido a su casa». «Si. ¡Vayamos allí!» gritó Dagger cogiendo su chaqueta.
«¿Qué ocurre? ¿Qué ocurre?» «¿Dónde está su hijo?» preguntó Alan. «¿Mi hijo? ¡Ha saber!» «¡Que buena ayuda!» comentó Blake ajustándose las gafas. La habitación estaba desordenada como si hubiese estado alguien buscando algo. «¿Qué habrá cogido?» preguntó Dagger intrigado. «¿Y si ha ido al cementerio?» formuló Lance intentando dilucidar su paradero. «Quédese aquí agente Flannery. Nosotros iremos al cementerio». «De acuerdo. ¡Buena suerte!»
«Ha estado aquí. Estas son sus huellas» dijo Alan agachado a ras de suelo del camposanto. «Si. ¡Está ahí! ¡Alto!» gritó Blake sacando su pistola. «¡Se escapa! ¡Vayamos a por él!». Marcus, al verlos, tiró la pala al suelo y salió corriendo como un loco. Los dos detectives corrieron tras él cruzando todo el cementerio. Cuando llevaban unos segundos corriendo, Alan disparó al aire dando el alto. Deryl se detuvo por un momento; después se giró y volvió a correr como alma en pena perseguida por el demonio, un demonio más oscuro que él mismo.
«¿Dónde habrá ido?» se preguntaba Alan sentado en la cama de Marcus. «Es increíble la fuerza y velocidad que tiene -apuntó Blake- En un momento ha desaparecido de nuestro alcance». «Si, eso le viene de cuando era niño. ¡Siempre corría para escapar de mi! ¡No quería que le pegase aunque se lo mereciese!¡Demonio de niño!» dijo el padre saliendo de la habitación cojeando. «Mira esto Alan». «Son libros de magia negra, ¿no?» «Si y, en concreto, de rituales de sacrificio». «¿Quieres decir que mató a Siller cumpliendo un rtual de sacrificio satánico?» «Puede ser». «¿Pero dónde está la pistola?»
V
«¿Ya ha resuelto el caso detective Dagger?» «¿Qué? ¡Hola Heather! Aun no» dijo Alan girándose viendo a Heather acercarse hasta él llevando un bikini. «Me gusta el mar y su tranquilidad». «A mi también por eso vengo».
Las olas mecían suavemente el agua del mar bañando la arena y las rocas. El sol de la mañana calentaba con dulzura el lugar y una suave brisa se levantaba sin prisa. De pronto se acercó un hombre hasta ellos caminando. Parecía un vagabundo borracho. Llevaba en su mano una pistola la cual sostenía temblando. «¡Mire, mire detective! ¿Le gusta mi pistola?» preguntó tambaleándose. «¿Dónde la has encontrdo?» inquirió Dagger cogiéndola. «De entre esas rocas». «Si es la pistola ya has resuelto el caso» dijo Heather alegre.
«Las huellas de la pistola corresponden con las de Marcus» manifestó Blake con calma. «Ahora sólo nos queda atraparle» dijo Flannery llevándose las manos a la cara. Alan miró la sala dónde estaban. Era una sala conocida, la sala dónde estuvieron interrogando sin respuesta a Marcus. Iba a decir algo pero, en ese momento, se escuchó un ruido. «¿Un gato?» preguntó Lance. «No suelen merodear los gatos por la comisaría» dijo el agente local. «Ya se quien es» dijo Alan desenfundando su pistola.
«Estás rodeado Marcus. Suelta el cuchillo y ven con nosotros» dijo Dagger apuntando con su pistola a Marcus, el cual estaba de pie cerca de un almacén de la comisaría soteniendo un cuchillo con la mamo izquierda.
VI
«Me gustan los finales felices» dijo Alan paseando con Blake por la calle. «Gracias por todo detectives» dijo Flannery acercándose hasta ellos. «No hay de que. Somos colegas» respondió Dagger guiñando un ojo. «Es verdad pero gracias de todos modos.¡Buen viaje!» «Gracias». «Hasta la vista» dijo despidiéndose mientras regresaba a la comisaría. «Oye… – dijo Lance- ¿Tu no tenías que ir a ver a alguien?» «¡Ostras! ¡Es verdad!»
Cuando Alan llegó a la playa vió a Heather bañándose en las aguas. No se percató de su presencia y siguió sumergida entre medio de ellas jugando y nadando. «Que preciosidad. ¡Qué lástima que me tenga que ir ya!» se dijo para si mismo. Al ir a acercarse hasta ella vinieron tres jóvenes de estética parecida a la de Marcus. Iban juntos y tenían cara de pocos amigos. «¡Eh, tu!¿Por qué has metido en chirona a nuestro hermano?» «¿Hermano?» «No de sangre pero si de espíritu…» dijo uno un poco inseguro. «¡Pero nuestro hermano!» exclamó otro sacando un palo bajo la chaqueta oscura que llevaba. «Dejad a vuestro amigo tranquilo que está donde tiene que estar – dijo Dagger sacando su pistola – ¿Entendido?» «¡Entendido, entendido!» dijeron al unísono marchándose corriendo. «Será posible…» dijo guardándola.
«¿Eran amigos tuyos?» preguntó Heather saliendo del agua llevando sólo puesta la prenda inferior del bikini. «No. Eran amigos de Marcus» respondió Alan dándole una toalla». «Lo suponía» contestó ella sonriendo besándole en los labios.
FÍN