Una dama diferente

12

I

«Las mujeres aman el amor, los hombres aman sus deseos» dijo lady Allison Fall mientras cogía una galleta de una bandeja de plata. Llevaba un bonito vestido azul y el pelo recogido con una larga cola. Sus ojos vivos expresaban una alegría risueña con un toque travieso. Todos los hombres de la sala la observaban con una mezcla de indiferencia y cierto desdén. Sólo el barón Darren Edel la miraba con atención y respeto. Respecto a las otras damas, lo hacían un tanto escandalizadas y desconcertadas como preguntándose que hacía una mujer como aquella en una reunión de la alta sociedad londinense. «¿No crees que tu comentario estaba un poco fuera de tono querida prima?» preguntó en voz baja lady Grace Garment acercándose a ella llevando una copa de vino en su mano. «Creo que lo que está fuera de tono es esta fría y aburrida reunión» contestó ella esbozando una sonrisa mientras se marchaba.

A media tarde, mientras paseaba por un parque del centro de la ciudad, se encontró con Neil Llachar el cual llevaba varios libros bajo el brazo. «Me alegra veros lady Allison» dijo él. «Y a mi también me alegra veros. ¿Váis a la biblioteca?» «Si» respondió el joven. «Os acompaño» dijo ella risueña. «Será un placer».

«¿Cómo van vuestros estudios de teología?» preguntó lady Allison dentro de una sala de lectura en la que ambos estaban sentados consultando algunos libros. «Muy bien. Gracias». «¿Y vuestros poemas?» continuó indagando ella sonriendo. Neil se alegró de verla sonreír. «Ahora estoy escribiendo uno» contestó feliz. «¿De qué trata?» «Del amor a lo eterno». «Me muero por leerlo. Dejadme ser la primera en hacerlo». «Por supuesto». «Gracias» dijo ella poniendo su mano sobre la de él.

Cuando salieron de la biblioteca, ya era de noche y la escarcha empezó a cubrir las hojas de los pinos y de la calle por donde pasaban los carruajes de los asistentes que regresaban de la reunión festiva de lady Grace Garment.

II

El barón Darren Edel estaba enamorado de lady Allison. Hasta tres veces le pidió en matrimonio pero ella siempre lo había rechazado. Desde entonces se contentaba con verla de vez en cuando en alguna fiesta de sociedad. En cambio, su sobrino Neil si gustaba de los favores de ella aunque no tenían ningún compromiso formal. «¿Cómo van tus estudios? ¿Qué tema estáis tratando ahora?» le preguntó mientras se sentaba en su sillón cogiendo un libro de la mesita que tenía al lado. «Estamos estudiando el pensamiento de Plotino» respondió el joven. «Interesante. ¿Sigues escribiendo poemas?» «Si». «Bien hecho. Es bueno cultivar el alma a la vez que se cultiva la mente». «Eso es lo que pienso yo también tío». «El baño está listo señor» anunció el mayordomo. «Estupendo. Después continuaremos hablando. Continua estudiando». «Así lo haré» dijo el joven mientras miraba los ejemplares de la biblioteca del salón.

«Le queda perfecto señora» dijo el modista ajustando el vestido. «Señorita, por favor. No estoy casada» dijo lady Allison. «Por supuesto. No quería ofendarla. Realmente vuestra juventud resalta a la par que vuestra belleza». «Si los oídos fueran cristales ya habrían estallado con tantos cumplidos. La virtud y la verdad me son más preciadas que las lisonjas falsas». Y con esto, el modista se mordió la lengua mientras su rostro cobraba un tono rojo violáceo.

«¡No quiero ni oír su nombre!» exclamó una dama de alta sociedad acompañada por otras dos viendo como lady Allison caminaba por una calle cercana a la suya. «Lo que hizo a su prima en su fiesta fué de muy mal gusto» dijo otra. «Ya lo creo. Por eso está sola mientras nosotras estamos casadas. Gracias a Dios» espetó la tercera mientras se acicalaba el pelo con su mano.

«¿Qué haces aquí solito?» preguntó lady Allison a un gato negro que se acercó hasta ella. «¿Tu también estás dando un paseo?» «¡Un gato negro!» dijo una mujer pasando por su lado a paso rápido santiguándose acompañada por su marido. «Es el gato el que debería santiguarse por tropezarse con almas como la vuestra» dijo lady Allison mientras cogía al gato en brazos.

«Bienvenida lady Allison» dijo un hombre de mediana edad vestido de mayordomo. «Hola Alen. Mira lo que traigo». «Bonito gato si me permite decirlo. ¿Desea que me ocupe de el?» «Si. Dale de cenar. Pescado. Seguro que le gusta» dijo mientras le entregaba el gato esbozando una sonrisa.

III

«Estamos en 1830 no en la edad media señor Teich» dijo lady Allison al profesor Arnold Teich, el profesor de Teología de Neil Llachar. «Sólo digo que quizás no debería frecuentar tanto al señor Llachar. Últimamente lo noto distraído en clase». «Eso debe decidirlo él. Por mi parte, yo lo veré cada vez que lo desee». «Debería pensar más en su porvenir y no tanto en el placer que, tarde o temprano, acabará. Sea sensata lady Allison». «Mi placer es cosa mía. Respecto a mi relación con su estudiante es cosa de él y de mi y no de vos».

«El señor Teich ha venido a hablar conmigo. Dice que has bajado tu rendimiento en clase. Que te distraes últimamente. ¿Es por lady Allison, verdad? Realmente no te culpo pero deberías pensar más en tu futuro y tus estudios son los que te llevarán a el» dijo el barón Edel mientras estaba sentado a la mesa. «No me distraigo tanto como dice. Voy bien en mis estudios. Lady Allison no me distrae y es una muy buena influencia para mi» respondió Neil mientras cortaba un trozo de pescado con el tenedor y el cuchillo. «En todo caso, quizás deberías reducir tus reuniones con ella. Al menos hasta que el curso finalice».

«¿Ha dicho eso vuestro tío?» preguntó lady Allison mientras acariciaba al gato negro sentado en su regazo. «Si» respondió el joven mirándola serio. «¿Y que pensáis hacer?» «Lo que he hecho hasta ahora. Es mi tío pero yo decido mis decisiones acerca de mi vida. Ya no soy un niño». Lady Allison le miró complacida mientras le extendía la mano. Neil la tomó con la suya y la besó.

IV

«¿Hemos venido a este mundo a vivir la vida de otros o la nuestra?» «La nuestra si me permite decirlo» dijo Alen. «Claro que te lo permito» dijo lady Allison. Y después de decir esto encendió el gramófono y se puso a bailar mientras el gato la miraba ladeando la cabeza.

Neil había tomado la resolución de mantener su relación con lady Allison y como no quería discutir con su tío se marchó a vivir a una pensión. Hasta que acabó el curso estuvo viviendo allí y después se marcharon juntos a París y, después, a Kiev. Durante este tiempo, en el que estuvieron acompañados por Alen y el gato al que pusieron de nombre Roncel, fueron a varios bailes y diversas representaciones teatrales y pasearon por los bosques rusos y por las calles parisienses.

Cuando se disponían a regresar a Inglaterra, les llegó una invitación para asitir a una cena de gala en el palacio de la condesa Natalia Kurenko. Neil sabía que la condesa era una gran mecenas del arte así que aprovechó la oportunidad para intercambiar ideas con un gran número de artistas venidos desde todos los rincones de Europa. Mientras hablaba con ellos, lady Allison lo seguía de cerca a una cierta distancia aunque él siempre deseaba que estuviese a su lado. De entre todos, el más carismático era Vladímir Kurenko, el hijo de la condesa. Era capitán del ejército imperial ruso y había recibido un gran número de condecoraciones. Al acercarse a saludarlos, varias damas lo miraron con gran expectación pero él sólo se fijó en lady Allison. Tras un baile con ella le declaró su amor pero ella rehusó cortesmente sus sentimientos. «Mi corazón ya está ocupado» dijo ella mirando con amor a Neil el cual continuaba charlando alegremente. No le contó lo que ocurrió porque ella no quería que se turbase su ánimo y regresaron a casa en silencio.

Cuando pasaron dos días, lady Allison recibió un gran ramo de rosas y un collar de perlas con una nota de Vladímir Kurenko en tono amoroso. Esta vez si que lo vió Neil y tuvo que explicarle todo lo ocurrido. En la carta también ofrecía una gran riqueza y el mecenazgo de su madre a Neil si este dejaba al conde vía libre. «No estáis en venta porque no sois un objeto» dijo este rompiendo la carta. Lady Allison se acercó hasta él y lo abrazó efusivamente.

Transcurrieron varias semanas desde lo ocurrido. Todo parecía haber vuelto a la normalidad. Lady Allison paseaba por un parque tranquilamente contemplando el paisaje otoñal de los árboles, con sus hojas con tonos marrones, los pájaros refugiados en sus copas y los niños jugando con ropa de abrigo mientras las madres los custodiaban amorosamente. De pronto, al ver llegar a una mujer joven con un vestido de flores las madres cogieon a sus hijos y se marcharon mientras alguna vociferaba «¡Qué indecencia!» Se trataba de Spree, una meretriz famosa en la zona. Iba un poco despeinada, tenía la mirada apagada pero al ver a lady Allison se esforzó por sonreír. «¿Quieres un chocolate caliente?» le preguntó sonriendo. «¿Yo?» preguntó asombrada mirando alrededor. «Si. Tu». «Si…» Lady Allison sonrió de nuevo y fué hasta una parada donde había un hombre vendiendo chocolate caliente y buñuelos y compró una ración.

V

«¿Cuántos años cumple vuestra tía?» preguntó una dama a lady Allison. «Creo que algunos menos que vos» contestó. La dama se marchó ofendida mientras exclamaba «¡Qué descortés!». Neil, que miraba la escena mientras tomaba un refrigerio, esbozó una sonrisa. «Las mujeres no perdonan que no las consideres las más bellas» dijo el barón Darren Edel acercándose hasta su sobrino. «Yo creo que lo que no toleran es que se les diga la verdad tío». «Es otra manera de decirlo querido sobrino» dijo cogiendo una copa de una bandeja que le ofrecía una alegre joven. «¿Qué harás ahora que has acabado tus estudios?» «Voy a impartir clases de Teología en Florencia». «Celebro tu nueva etapa. Felicidades». «Gracias» dijo Neil tomando una copa. «¿Y lady Allison? ¿Sigues con ella?» «Claro» dijo el joven mientras ella se acercaba sonriendo. «Saludos lord Edel. ¿No os importará prestarme a vuestro sobrino, verdad?» «Faltaría más». Y mientras los veía alejarse con el brazo de ella cogido con el de él dió un sorbo suspirando. «¿Un suspiro de amor mylord?» dijo un caballero acercándose. «Un suspiro de vino» respondió el barón dando otro sorbo.

FÍN

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El peregrino de Damasco

18

 

«Renazco de mis cenizas una y otra vez» Herlias

 

«Ciudad de Damasco. 7 de Julio del año 1602.

Querido Basten,

Hace tres días que he llegado a Damasco. Es una ciudad llena de vida. Es sorprendente ver a personas tan diferentes en aspecto físico y en mentalidad. Hay mercados por todas partes y un bullicio constante. Los niños son alegres y tienen la mirada muy despierta. Los hombres los hay de todos los tipos. Los turcos son los mayoritarios pero también he visto holandeses, ingleses, portugueses, franceses y españoles.

En el primer día conocí a Beyza, la sensual mujer que regenta la posada donde estoy. Es turca. No es muy joven pero tampoco es una anciana. Tiene el pelo negro y los ojos marrones. Es un poco más baja que yo y posee una pequeña cicatriz en su mano derecha. Otra cosa que destaca en ella es su bella sonrisa y un tatuaje de una abeja en el hombro derecho.

En la posada también se hospedan Demir, un mercenario turco de pelo oscuro y larga barba de mirada profunda, y Faustine Brise, una joven noble francesa la cual va acompañada por dos criadas. Tiene el pelo largo de color cobre y unos preciosos ojos de color azul como el mar. Se comporta de forma cortés y comedida, como es costumbre en su tierra, pero puedo entrever un alma pasional que solo desea manifestarse en cuanto tenga la menor ocasión. «Está prometida» me dijo Beyza. «¿Con quién?» le pregunté yo. «Con un comerciante inglés. A veces viene a verle pero suelen estar separados. Costumbres cristianas» dijo lanzando una mirada de incomprensión.

Por la tarde fuí a dar una vuelta para conocer la ciudad y alimentar mi alma. Mientras paseaba por una calle muy concurrida de gente descubrí una parada donde vendía flores una preciosa muchacha con una mirada luminosa. Cuando me vió me sonrió y yo hice lo que seguramente habrás imaginado: me acerqué hasta ella. Tras saludarnos me mostró las diferentes flores que tenía. Le compré un ramo de amapolas para regalárselo a Beyza para que lo pusiese en el recibidor. Pensé que alegraría el lugar. Cuando me disponía a marcharme, Leyna, la florista, me regaló una rosa esbozando una sonrisa. Yo también sonreí dándole las gracias.

A la vuelta, me encontré con que había otro huesped: Egmont, un joven poeta y músico alemán con gran conocimiento del holandés y con una conversación muy amena, cosa de la que me alegré.

Mientras cenábamos oíamos el canto de los pájaros que pasaban volando de un árbol a otro y, eso, acompañado por una suave y fresca brisa hizo que la cena fuese muy agradable.

Cuando me disponía a dormir llamaron a la puerta. Abrí y allí estaba Beyza. Me miró con una mezcla de dulzura y picardía y entró a la habitación poniendo su mano sobre mi pecho. Cerré la puerta lentamente y cuando me giré ella me besó. No lo rechazé y le empezé a quitar la ropa. Así fue mi primera noche de pasión en Damasco. ¿Lo volvería a repetir?
Al día siguiente me desperté con muy buen ánimo. Desayuné frugalmente y salí a la calle a pasear. Al poco de estar caminando vi una joven dama vestida de negro que me atrajo especialmente. Tenía el rostro ligeramente pálido pero sus facciones eran muy bellas. Su mirada era muy profunda con un ligero tinte de melancolía. Lucía el pelo suelto con una preciosa cinta a modo de lazo de color rosa en el cuello. También llevaba dos libros los cuales apretaba ligeramente contra su pecho. Mientras la contemplaba, por un momento me sentí fuera de mi como si mi alma se hubiese escapado de mi cuerpo y se dirigiese al encuentro de ella.

De repente un grupo de niños salió jugando desde una calle transversal y chocó con ella. Mientras se marchaban ella miró al suelo viendo sus dos libros en el suelo. Sin reflexionar me acerqué y se los cogí. Uno era una obra de Anacreonte y el otro, un recopilaorio de poemas de Virgilio. «Gracias» dijo ella con una voz llena de misterioso encanto. «De nada. Estoy para serviros. Me llamo Aris Sterk». «Yo me llamo Dara». Al escuchar su nombre mi pecho se llenó de alegría.

Tras acompañarla a su casa, una vieja y misteriosa mansión envuelta por un jardín con árboles vetustos y gardenias, me despedí dispuesto a marcharme. Pero no lo hice tan rápido como había imaginado porque vi como ella contemplaba extasiada a un hombre que se acercaba caminando hasta nosotros. Era alto y vestía con un traje negro y botas del mismo tono. El pelo era negro pero no liso sino ondulado y largo hasta la altura de los hombros. Su mirada era penetrante y, al mismo tiempo, distante. Su pose era altiva y orgullosa, como si fuese de un mundo sublime que viniese de visita a otro más inferior. En definitiva, un hombre que poseía un enorme magnetismo y un aura llena de misterio. Dudo mucho que nadie que lo contemplase no sintiese lo que sentí yo y, sobretodo, lo que sintió Dara.

Pasó ante nosotros lanzándonos una breve mirada y se marchó sin frenar su paso. Estaba claro que lo conocía y que lo amaba. ¿Se trataba de un antiguo amante? ¿O de un amor imposible idealizado?
En el tercer día me propuse descubrir la historia que tenían entre ellos. Apenas me fijé en mis compañeros de la posada y creo que Beyza no se lo tomó muy bien pero me moría de ganas por investigar acerca de Dara y el misterioso personaje.

Fue cosa del destino el que me topase con ella en el mercado. Había salido a comprar comida. Le ayudé a llevar la compra a su hogar. Una vez allí me invitó a pasar para dejar la comida en la despensa. Gracias a eso descubrí como era su casa por dentro. Tenía varios cuadros por la entrada y el salón. Eran cuadros de temas mitológicos trágicos. Los muebles eran de color oscuro y, aunque tenía grandes ventanas, estaban todas cubiertas por finas telas de tejido de lino. Me dijo que era porque era muy sensible a la luz y que su cuerpo necesitaba una cierta cantidad de penumbra para mantener la salud. Era curioso porque su temperamento era igual; frágil a la luz y sensible a la oscuridad. Y, en ese instante, me vino la imagen del hombre. «¿Quién es él?» le pregunté impetuosamente. Ella me miró abriendo los ojos sorprendida. Después, se calmó bajando la mirada y me empezó a explicar su historia tras dar un ligero suspiro.

Se conocieron hacía un año en Bulgaria el país de donde ella era originaria y desde el primer día sintieron una gran atracción entre ambos aunque nunca llegaron a consumar ese sentimiento. Tras unos meses manteniendo esta apasionada y extraña relación él se marchó sin decir nada y ella lo buscó. Finalmente lo encontró aquí hacía unas semanas. Vivía a dos manzanas de ella. También solo. Y eso era todo. «¿Y cómo se llama?» «Herlias» respondió con tono melancólico.

Si me conoces, y se que así es, lo siguiente que hice fue ir a ver donde vivía Herlias. Entontré su casa con facilidad. Era más misteriosa que la casa de Dara. Irradiaba una misteriosa oscuridad, como si perteneciese a un mundo del más allá. Alrededor de ella no había vecinos, sólo árboles.

Estaba ojeando la mansión cuando Herlias llegó llevando en brazos un cachorro de perro. Estaba malherido. Me ofrecí a ayudarle en calidad de estudiante de medicina. Aceptó y así fue como tuve la oportunidad de entrar con él en su casa.

Mientras curaba al perro, un perro al que Herlias se había encontrado en la calle en ese estado, indagué en su personalidad. A voz de pronto. la impresión que tenía de él era la de un hombre joven con dos fuerzas muy marcadas: la espiritual y la sensual. Se mostraba frío pero su miraba estaba llena de vida y tuve la sensación que si no estaba con Dara no era porque no la amase sino porque estaba buscando la manera de mantener el equilibrio entre ambas. Dicho con otras palabras, la paz de su mundo interior era para él lo más importante por encima de cualquier otra cosa más.

Al exponerle mi teoría me miró y esbozó una media sonrisa. «¿Ya lo has encontrado tu?» preguntó. Su voz segura con un toque sensual y, al mismo tiempo, serio, me desarmó. «¿El qué?» pregunté confundido. «El equilibrio». «Creo que no». «Extraño mundo y extrañas criaturas» sentenció mirando a través de la ventana contemplando la noche. Parecía que miraba la noche pero en realidad miraba más allá de ella.

De camino a casa pensé en lo que me dijo. Y también pensé en Dara, mi amada Dara, aunque sabía que yo no significaba nada para ella. Y con estos pensamientos llegué a la posada y comenzé a escribir esta carta.

¿Qué te parece todo lo que he escrito hasta ahora? ¿No es digno de ser compartido? Yo creo que si. Espero que tu también lo creas. Ansío tu respuesta estimado amigo y, mientras tanto, seguiré investigando acerca de todo lo que Herlias me ha suscitado.

Saludos,
Tu fiel amigo Aris»
FÍN

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Las tres rosas de Kiev

11

I
Invierno de 1810. El teniente Alexey Petrov cabalgaba atravesando el bosque en direción a Kiev. Para combatir la tormenta de nieve que se había desatado iba cubierto con abundante ropa hasta la cabeza. Sólo sus ojos no estaban tapados. Su caballo era blanco como el paisaje y sólo las bridas negras contrastaban con el tono de los copos que caían sin tregua. El cielo estaba teñido por el color gris de las nubes y sólo algun zorro blanco se atrevía a ir de un refugio a otro. Mientras avanzaba cruzando la distancia que le separaba de su hogar sólo una imagen le venía a su mente: la de Olga Petrova, su dulce prometida. Habían pasado dos años desde que se marchó a combatir a las tropas napoleónicas y, aunque sabía que lo amaba con todo su corazón, temía que no le hubiese pasado nada. Es verdad que había recibido alguna carta suya pero de eso hacía ya varios meses. Y de esta manera fue como continuó cabalgando mientras la noche empezaba a caer sobre él.

«¿Puedes ayudarme con este bordado?» preguntó Olga Petrova a Katya Kozlov, la prometida de Vladimir Antonov, el amigo de Alexey. «Claro» respondió ella acercándose. Las dos amigas estaban pasando la tarde juntas esperando a que llegase el prometido de Katya para servir la cena. Olga llevaba un vestido blanco y el pelo recogido con dos tirabuzones que le llegaban hasta la altura de las orejas. Por su parte, su amiga iba vestida con un vestido azul con motivos florales y el pelo suelto. Respecto a los ojos, Olga era rubia con ojos azules mientras que Katya era morena con ojos verdes. En cuanto a la constitución, Olga era más esbelta y de piel blanquecina cosa que contrastaba con la forma más compacta y el color sonrosado de la tez de Katya.

A pesar de que ambas se llevaban muy bien, la mejor amiga de Olga no era Katya, sino Natasha Volkova. Ese día no había podido quedar con ellas porque estaba cuidando de su madre la cual estaba haciendo reposo tras haber cogido una pulmonía. Natasha tenía el pelo largo y negro. Sus ojos eran de azul cielo y su voz era muy dulce. Cariñosa y entregada, era la hija menor de los Volkov pero ahora se había convertido en la única hija al morir en el frente sus dos hermanos mayores.

Tras un rato conversando juntas, llamaron a la puerta y fue a abrir Katya. «¡Hola!» dijo Vladimir entregándole una rosa sonriendo. «Hola» dijo Katya risueña. «Espero no llegar muy tarde». «Llegas en buen momento» dijo Olga. «Me alegra saberlo» dijo entregándole un ramo de flores. «Que detalle. Gracias. ¿Tienes notícias de Alexey?» «No. Pero estoy seguro de que está bien».

Cerca de la medianoche volvieron a llamar. Los tres se miraron extrañados porque no esperaban a nadie más. Olga, como anfitriona, fue a abrir. ¡Y cual fue su sorpresa al ver a su amado Alexey entregándole un clavel! Los dos amantes se abrazaron efusivamente mientras Katya y Vladimir contemplaban la escena alegres.
II

De las tres amigas, Olga era la más espiritual; Katya, la más vital y Natasha, la más entregada. Alexey era de temperamento audaz pero en su vida íntima era reservado. Sólo abría su corazón con Olga y con su amigo Vladimir. Con el resto de personas, incluida su familia, tomaba una actitud de distante acercamiento. Por su parte, Vladimir era más extrovertido. Trabajaba como bibliotecario personal de Boris Fenov, un reputado general del ejército ruso. Aparte de su trabajo tenía otras aficiones como la poesía, la astronomía y el teatro y en su tiempo de ocio, cuando no estaba con Katya, gustaba de dedicarse a ellas.

El día había empezado con el canto de los pájaros celebrando el amanecer. Olga estaba de pie mirando a través de la ventana mientras Alexey la abrazaba por detrás.

En casa de Vladimir estaban desayunando antes de ir a trabajar. Vladimir lo hacía mientras leía un libro de poemas en voz alta ante el deleite de Olga.

¿Y qué hacía Natasha? Pues comprar el pan. A la vuelta se encontró con Yaroslav Ekinov, el hombre que había pedido la mano a Olga en matrimonio en ausencia de Alexey. «Buenos días. ¿Cómo se encuentra vuestra amiga?» «Muy bien. Gracias». ¿Sabéis si ha pensado en mi proposición?» «No lo creo señor. Ella está muy enamorada de Alexey Petrov». «¡Alexey Petrov está muerto!» dijo Yaroslav airado. «Ella cree que no. Disculpadme».

Al llegar la tarde Natasha fue a casa de Olga para verla y le explicó lo sucedido. «No me importa lo que diga Yaroslav Ekinov. ¡Alexey está vivo!» dijo radiante de felicidad mientras hacía su aparición en la sala donde estaban Alexey. Pero Alexey no se mostró tan indiferente ante las palabras de Ekinov y fue a su casa para citarle a un duelo pese a los ruegos para que no lo hiciese de su amada.

Vladimir se enteró de la notícia por Katya estando en casa del general Fenov. «Tengo que impedirlo» dijo alterado. «No podrás. Está muy decidido». Y así fue realmente pues tras pedir permiso para salir antes de la hora fijada del trabajo para hablar con su amigo este se cerró en banda acerca de su resolución. «Quiero que seas mi testigo» dijo Alexey poniendo una mano sobre su hombro. «Preferiría ser testigo de la vida y no de la muerte» contestó compungido. «Cuando el honor está en juego, un hombre debe hacer lo que debe hacer» sentenció su amigo con mirada imperturbable.
III

A los dos días se celebró en las afueras de Kiev el duelo entre Alexey Petrov y Yaroslav Ekinov. Al igual que Alexey, Ekinov también estaba sirviendo al ejército imperial en calidad de capitán. A juicio del general Boris Fenov, se trataba de un militar ejemplar al igual que Petrov. Ambos trajeron a sus testigos y al juez, el propio general Fenov.

Natasha, Katya y Olga estaban cerca de unos árboles presenciando desde lejos el escenario. Olga tenía los ojos rojos de tanto llorar y sostenía un pañuelo con su mano al que a veces apretaba con fuerza y a veces lo dejaba casi caer al suelo.

Alexey estaba serio comprobando el estado de su pistola. Llevaba la ropa de gala del ejército al igual que su contrincante el cual hacia lo propio junto a su testigo. Vladimir miraba a su amigo sin hablarle, sólo le acompañaba con la mirada porque no hacía falta ninguna compañía más.

A un gesto de Ekinov, los dos soldados caminaron hasta el centro hasta quedar cara a cara. «Caminarán doce pasos y se volverán para disparar. Adelante» dijo el general. Los contrincantes se pusieron espalda con espalda y comenzaron a caminar.

Olga miraba cada paso de Alexey como si se fuese un poco de vida con el. La mente le mostraba imágenes de miedo y dolor continuamente. Natasha lo notó y puso su mano sobre su brazo con la intención de calmarla. Katya y Vladimir se miraron un instante comunicándose con la mirada el sinsentido de lo que estaban viendo.

Al acabar de dar los doce pasos dispararon. Alexey recibió la bala en el hombro derecho mientras que Ekinov cayó al suelo moribundo con una bala en el corazón.

«Sólo es una herida en el hombro» dijo Vladimir calmando a las mujeres. Olga se acercó llorando y abrazó por la cintura a su prometido mientras este le besaba la cabeza.
IV

Pasaron dos semanas desde el duelo. Era el día de la boda de Olga y Alexey. Los dos vestían de blanco. Olga, con un vestido largo y Alexey con un uniforme militar. El padrino fue, como no podía ser de otro modo, Vladimir. Mientras que las damas de honor fueron Natasha y Katya.

Tras la ceremonia, Vladimir y el general Ekinov junto con otros hombres comenzaron a conversar. «El matrimonio da estabalidad al hogar» dijo uno. «Ahora cabe esperar que tengan hijos rectos y fuertes como su padre» dijo un oficial. «Pero antes han de disfrutar de la noche de bodas» dijo otro en tono jocoso alzando su copa. «¡Ay! ¡Hace tanto tiempo de eso que ni me acuerdo!» dijo otro oficial canoso con larga barba procano el estallido de varias carcajadas. «¿Y vosotros cuándo os casaréis?» preguntó un hombre a Vladimir. «Tenemos pensado casarnos de aquí un año. Si Dios quiere» respondió el joven. «Yo no esperaría tanto. ¡Los placeres de la juventud pasan muy rápido!» «Todos habláis del placer juvenil del amor pero yo, conforme pasan los años, aprecio cada vez más los placeres del espíritu. Ya los cuerpos no me dicen gran cosa y no porque sea un anciano, que no lo soy, sino porque la belleza del mundo espiritual me cautiva cada vez más» dijo el general. Tras unos instantes de silecio volvieron a conversar con el tono festivo de antes mientras bebían.

«¿Tienes ganas de casarte?» preguntó Natasha a Katya la cual estaba sentada cerca de una fuente donde había varios patos nadando. «Si. Tengo muchas ganas. ¿Y tu? ¿No tienes ningún hombre en tu vida?» «No» respondió ruborizada. «Bueno, todo llega cuando ha de llegar» dijo marchándose esbozando una sonrisa mientras veía llegar a un chico con una rosa.

FÍN

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RASVEL

11
I

«¡No me toques los huevos!» El que gritaba eso era Rasvel un joven alto de ojos marrones con una espada enfundada a su cintura. La joven de ojos verdes rasgados se detuvo mirándole divertida. También tenía una espada pero la llevaba colgada a la espalda. Tenía una figura muy sensual y, a la vez, estilizada. Se echó las manos a la cabeza con tranquilidad acariciándose el cabello viendo como el cazo seguía hirviendo encima del fuego con varios huevos dentro. «¿De dónde los has sacado?- preguntó – Tienen muy buena pinta. ¡Qué calor hace!». Rasvel iba a decir algo cuando ella empezó a quitarse la espada dejándola en el suelo. Después se quitó la ropa hasta quedarse casi desnuda. «Mucho mejor» dijo sonriendo. «Estos huevos los he cogido yo. Si tienes hambre te daré uno» dijo Rasvel. «Eres muy generoso. Gracias» dijo ella contenta. Mientras comían escucharon el sonido de los pájaros. «El bosque está feliz» dijo risueña. Rasvel la miró por un momento y siguió comiendo. «Por cierto, me llamo Elsil» dijo la chica guiñándole un ojo. Rasvel giró la cabeza mirando entre los árboles.

«¿Ya has vuelto?» preguntó en voz alta. «Si. Ya estoy aquí» dijo una duende de pelo largo y orejas puntiagudas. Apareció de repente entre la vegetación cosa habitual entre los duendes, expertos en mimetizarse con el entorno natural. «Eres muy atractiva. No sabía que las duendes fuesen tan guapas» dijo Elsil. «Ladith no es como las demás» dijo Rasvel. Y tras decir eso, el cielo se empezó a oscurecer. Rasvel y Ladith se miraron y empuñaron sus armas; Rasvel su espada y Ladith, su arco. «¿Qué es lo que pasa?» preguntó Elsil cogiendo su espada. «Es sólo una bandada de cuervos» dijo Rasvel guardando su daga.

Cuando llegó la noche, Elsil se bañó en el lago que había cerca donde estaban. Su cuerpo desnudo relucía con la luz de la luna llena. Mientras jugaba con el agua oyó el sonido del canto de una lechuza y esbozó una sonrisa sumergiéndose dentro del agua saliendo al momento sonriendo feliz.
II

«¿Dónde está Ladith?» preguntó Elsil al despertarse. «Se ha ido» contestó Rasvel mientras afilaba su espada. Como vió que no daba muestras de seguir hablando del tema, se levantó y se sentó a su lado. «¿Pero volverá?» «No lo se. Cada cual tiene su camino» «Yo no me iré. Al menos, por el momento» dijo sacando la lengua.

Por la tarde se fueron juntos a caminar por el bosque buscando comida y leña para encender un fuego. Elsil caminaba alegre al lado de Rasvel. Se sentía segura a su lado y le gustaba su forma de ser tan diferente a la suya. Y mientras fantaseaba con ello oyeron un gemido cerca de ellos. Rasvel detuvo el paso y escuchó con atención. Otro gemido. Sin decir nada, salió corriendo hacia el lugar de donde provenía. «¡Ey! ¡Espérame!» dijo Elsil corriendo tras él. Cual fue la sorpresa de ambos al ver a una atractiva chica con un atuendo de tono oscuro apoyada en el tronco de un árbol con una flecha clavada en el hombro. Al verles quiso ponerse a la defensiva pero la flecha insertada en su cuerpo le hizo dar otro gemido de dolor. «¿Quién eres? ¿Qué te ha pasado?» preguntó Elsil compadeciéndose al verla de esa manera. «Soy Nareth» dijo la chica con una voz mezcla de impotencia y de sorpresa. Rasvel vió el cuerpo sin vida de un hombre en el suelo un poco más lejos pero no dijo nada. «Si te estás quieta te sacaré la flecha». Nareth lo miró y después giró la cabeza. «Allá tu» dijo él dando media vuelta. «¡No te vayas! Está bien…» dijo ella cediendo. Después de quitarle la flecha Nareth le dió las gracias. «¿Vienes con nosotros a buscar leña? Te invitamos a comer» dijo Elsil sonriendo. Nareth la miró fijamente y luego miró a Rasvel. «Ya he comido pero os acompañaré».

Volvieron cuando estaba oscureciendo. «Tus ojos brillan» dijo Elsil mirando a Nareth. Nareth sonrió fugazmente. «Tengo curiosidad por saber que te pasó. ¿Quién te atacó?» Rasvel miró a Nareth y esta lo miró a él. «Un cazador» dijo finalmente. «Debió confundirte con un ciervo» comentó divertida Elsil.

«No me importa que seas una vampiro siempre que sepas cual es tu lugar» dijo Rasvel a Nareth cuando vió que Elsil se alejó de ellos para preparar la comida. «¿Cómo lo has sabido?» preguntó Nareth sorprendida. «Eso no importa. ¿Mataste al cazador después de que te atacase, verdad?» «No. Se dió un golpe en la cabeza con una rama de un árbol mientras me perseguía. Nunca he matado a nadie». «¿Y cómo te alimentas?» «Bebo pequeñas cantidades» respondió Nareth enseñándole un pequeño frasco con sangre. «Soy de la familia Harlath» «He oído hablar de vosotros. Se dice que sois los reyes de los vampiros». «Lo fuimos. Ahora nos persiguen» «¿Por qué?» «Por no matar a los humanos. Nos consideran unos traidores» dijo Nareth con tono triste. «Así que estáis perseguidos por los humanos y por vuestra propia gente». «Si. ¿Qué harás conmigo?» «Nada» dijo Rasvel marchándose.

Aquella noche Nareth durmió feliz por primera vez en mucho tiempo mientras Elsil hablaba con Rasvel de sus sueños a la luz de la luna con el sonido del bosque como fondo.
III
«¿Y mi ropa?» preguntó Elsil saliendo del estanque desnuda. Enseguida vió como unas ardillas se llevaban sus prendas de vestir arrastrándolas por el suelo. «¡Volved aquí! ¡Devolvedme mi ropa!» gritó corriendo tras ellas. Corrió metiéndose entre los árboles y se topó con Rasvel. Se quedó quieta por un momento viendo como él le entregaba su ropa. «Ten más cuidado. Puede que otro día no esté yo para traértela» le dijo dándosela. La miró por un instante y se marchó mientras Elsil apretaba su ropa contra su pecho ligeramente sonrojada.

Cuando Rasvel regresó vió a Nareth de pie agitando las manos. En el pecho tenía varias orugas que le estaban rompiendo la ropa. «Son orugas cil. Su ácido no es mortal pero desintegra el tejido» dijo quitándoselas con la mano. Al acabar, Nareth lucía el pecho casi desnudo. Se sonrojó y se lo cubrió con los brazos. «Gracias» dijo con rubor. «De nada». «Nos has ayudado a las dos» expresó Elsil llegando caminando hasta él sonriendo.

«Ahora que nos ha visto a las dos desnudas debe elegir quien será su mujer» dijo Elsil a Nareth mientras la ayudaba a vestirse. «¿Mujer?»preguntó ruborizada la joven vampiro. «Claro. ¿O tu no quieres ser su esposa?». Nareth se sonrojó guardando silencio.
IV

«¿Cómo es que no te molesta la luz del sol?» preguntó Rasvel a Nareth. «Porque he aprendido a tolerarla» dijo ella con voz suave. «¡Buenos días! dijo Elsil llegando hasta ellos. «Tienes…» empezó a decir Nareth con cierto rubor. «¿Qué tengo?» preguntó Elsil sin darse cuenta de que tenía una serpiente que le colgaba del hombro. «Una serpiente» dijo Rasvel cogiéndola y lanzándola lejos. «¡Ah! Gracias. No me había dado cuenta».

«Oigo ruido» dijo Nareth. «Yo también» dijo Elsil. «Son tres personas» dijo Nareth un poco asustada. «También se oyen voces». «Una mujer y dos hombres» dijo Rasvel. En ese momento apareció entre los aŕboles una muchacha con pelo negro y una túnica blanca con un cinturón de tonos verdes. Al verles se detuvo en seco. «¡Ayudadme!» exclamó. «¡Ya la tenemos! gritó un hombre armado con una espada acompañado por otro, armado con una lanza. Los dos vestían un traje rojo con un emblema de dos dragones en el pecho. «¡Dejadla tranquila!» dijo Elsil desenvainando su espada. «¡Somos guardias de Ordor! ¡No os metáis si no queréis pagarlo con vuestra vida!». «¿Por qué la perseguís?» preguntó Rasvel. «Porque es la prometida de nuestro señor y tenemos órdenes de llevarla con nosotros». «¡No soy su prometida!» contestó ella de forma airada. «No quiere ser su esposa. ¡Marchaos!» dijo Elsil. «¡Tu no te metas!» dijo el guardia atacándole con la espada. «¡Basta ya!» dijo Rasvel cogiendo el brazo del guardia. «¡Suéltame!» «¡Déjalo!» gritó el guardia de la lanza. «No des ni un paso más» dijo la muchacha trazando una línea en el suelo. «¿Qué es esto? ¿Un juego» «Una barrera». «¡Pues no me asusta!» dijo el guardia atravesándola y, mientras lo hacía, un haz de luz brotó del suelo y lo hizo volar unos metros por el aire hasta chocar con el tronco de un árbol. «¡Guau! ¡Eso ha estado muy bien!» dijo Elsil sonriendo. «Es una maga» dijo Nareth. «¡Volveremos!» dijo el guardia de la espada mientras Rasvel lo dejaba ir. «¡Volved y os daremos otra paliza!» exclamó Elsil.

Después de marcharse los guardias, Rasvel y Elsil interrogaron a la chica mientras Nareth escuchaba en silencio atenta a todo lo que decía. Se llamaba Bedral y era una maga de la orden de la estrella blanca. Ordor había estado cortejándola durante mucho tiempo pero ella siempre le había dado calabazas. Desde hacía dos días, varios guardias la buscaban para llevarla a la fiesta de cumpleaños de su señor como su prometida pero ella siempre huía. «Me alegro de que no vayas» dijo Elsil alegre.
V
«Debes tributo al señor Ordor» dijo un guardia de los dos dragones al hombre que tenía enfrente suyo. Se trataba de un hombre apuesto de mirada noble. Iba armado con una espada y vestía una túnica verde ajustada al cuerpo con un fino cinturón negro. «No debo nada a tu señor» respondió. «Apresadle» dijo el guardia a otros dos que lo acompañaban. El caballero desenfundó su espada y los rechazó desarmándolos. «¡Lo pagarás!» dijo el guardia atacándole por sorpresa. Albros, que ese era el nombre del caballero, volvío a defenderse con su daga volviendo a vencer. «¡Esto no ha acabado!» gritó el guardia fuera de si. Hizo un gesto con la mirada y volvió a atacar con los otros dos guardias pero ni los tres juntos pudieron derrotarle ya que de manera ágil y contundente dejaba fuera de combate uno tras otro a los guardias. Los tres hombres se marcharon sin mudar palabra alguna mientras se lamentaban de los golpes recibidos.

«¡Has luchado muy bien! ¡Se han ido con el rabo entre las piernas!» dijo Elsil esbozando una sonrisa mientras aparecía saliendo desde detrás de unos árboles llevando frutas del bosque en los brazos. «¿Quién eres?» «Soy Elsil ¿Y tu?» «Albros». «Pues ven conmigo Albros. Te invito a comer con nosotros».

«¿Dónde está Bedral?» preguntó Ordor el cual estaba de pié con las manos cogidas detrás de la espalda mirando a los tres guardias que envió a buscarla. «Está en el bosque con un caballero y dos mujeres». «¿Y qué hace allí? ¿No os dije que quería que la trajéseis a mi presencia?» «Si. Lo intentamos pero su magia y la ayuda de ellos lo impidieron». «Esta vez iré yo personalmente» dijo Ordor mirando un cuadro de Bedral que había colgado en la pared.

«Gracias por la comida. Me voy ya» dijo Albros. «¿A dónde vas?» preguntó Elsil. «A Lakos». «¿Vives allí?» preguntó Rasvel. «No. Voy de visita». «¿A quién quieres ver?» indagó Elsil curiosa. «A un amigo». «Temo que tu marcha tendrá que posponerse» dijo Ordor apareciendo montando en un caballo acompañado por una docena de guardias que iban caminando a su lado. «¿Quién eres tu?» preguntó Elsil. «¿Y tu quién eres?» «Yo soy Elsil». «Pues yo soy Ordor». «¿El que Bredal le ha dado calabazas?» «Eres muy descarada para ser tan joven. Tienes suerte de que sólo he venido a buscar a mi prometida. Y he venido con un corazón generoso». «Puedes regresar con tu generoso corazón a tu castillo porque no pienso ir contigo» dijo Bredal. «Vendrás. Y tu, Albros, aun me debes tributo. No lo olvides». «No te debo nada» contestó. «Sois muy tozudos los dos. Cogedlos». «Dejadlos en paz sino queréis probar mi acero» dijo Rasvel desefundando su espada. «¿Tú quién eres?» «Soy Rasvel». «Pues te aconsejo que te apartes sino quieres salir herido». «Intentadlo». «¡Acabad con él!» Al oírlo los guardias se lanzaron a por Rasvel y, al hacerlo, Elsil y Albros empezaron a combatirles. «Quédate aquí. Estarás a salvo» dijo Bredal a Nareth mientras creaba una esfera luminosa con su mano derecha. Dos guardias lo vieron y se abalanzaron sobre ella. Al verlo les lanzó la esfera y sus cuerpos se desintegraron. «Esto no pinta bien mi señor» dijo un guardia. «¡Id vosotros también!» gritó Ordor a unos cuantos guardias que estaban con él. «¡Vienen más! ¡Más diversión!» gritó Elsil encarándose con tres guardias a la vez. «¡Déjame alguno para mi!» dijo Rasvel llegando a su altura tras deshacerse de varios adversarios que tenía alrededor. «Voy a acabar con tus ganas de pelear» dijo Ordor lanzando una flecha a la espalda de Rasvel. «¡Ah!» gritó. «¡Nooo!» gritó Nareth y, al hacerlo, el cielo se cubrió de nubarrones negros. «¿Qué está pasando?» preguntó Albros con asombro mientras sus guardias dejaban de pelear. «Los ojos de Nareth…» dijo Elsil. Rasvel los miró mientras seguía luchando contra el dolor. Su habitual mirada dulce se había transformado en una mirada llena de cólera. De repente, desapareció y volvió a aparecer delante de Ordor. «¿Cómo has hecho eso? ¿Qué…?»preguntó Ordor pero no tuvo tiempo de decir nada más porque Nareth lo cogió por la ropa con una mano y lo lanzó del caballo contra un árbol. Al verlo los guardias la atacaron pero Albros, Elsil y Bredal se interpusieron. «¿Quién…eres…tu?» preguntó Ordor postrado en el suelo mirándola mientras escupia sangre por la boca. «Soy Nareth de Harlath» respondió ella al tiempo que Ordor expiraba. Al presenciar su muerte los guardias huyeron mientras el cielo se llenaba de relámpagos.

«¿Cómo estás?» preguntó Bredal a Rasvel el cual estaba sentado sobre una roca con un vendaje que le cubría parte del pecho y la espalda. «Mejor. Gracias a ti y a Nareth». «Me alegro» dijo la maga sonriendo. Nareth se acercó sin decir nada y lo abrazó. «Cuidado con el vendaje y con la herida. Están muy recientes» dijo Elsil. «El cielo vuelve a estar despejado» observó Albros. «Si» dijo Rasvel mientras contemplaba alegre la dulce mirada de Nareth.

FÍN

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LANCASTER

11

I

«Yo soy feliz cuando estoy haciendo el amor con Caroline» dijo Alan mirando a la psicóloga. «¿Quién es Caroline?» «Mi novia». «Hemos acabado» dijo ella sonriendo. «¿Estoy aprobado?» «Si».

«¿Cómo ha ido con la loquera?» preguntó Blake. «Muy bien. Ahora te toca a ti». «Lo se. Mira que tener que hacer una entrevista con una psicóloga para ver si estamos capacitados para ser polis. ¡Con la de años que llevamos en el cuerpo!» «Ya, pero así lo mandan los jefes» dijo Alan dándole una palmada en la espalda. «Pues va a tener que esperar porque me llaman al móvil. Lance. Ahora vamos para allá». «¿Qué pasa?» «Tenemos un homicidio en Lancaster».

II

«Soy el sargento Adam Silny». «Encantado. Somos los detectives Blake Lance y Alan Dagger del departamento de policía de California» dijo Alan estrechándole la mano. «Mucho gusto. La víctima es Helen Cole». «Era muy joven. ¿Qué edad tenía?» preguntó Blake. «Veinte años. Parece que la mataron con un fuerte golpe dado en la cabeza». «Muy probablemente. Tiene una gran contusión en ella». «¿Se peleó con el novio?» formuló Dagger poniendo sus manos en sus caderas. «No lo sabemos. La encontramos de noche aquí en el parque sin vida. Un vecino nos avisó por teléfono». «Ya se con que la mataron. Con esta piedra» dijo Lance. «Tiene sangre. Si coincide con la de ella, has dado en el clavo» expresó Alan esbozando una sonrisa. «¿Necesitan alguna cosa más?» habló ofreciéndose Silny. «Si. Una lista de las amistades de Helen» dijo Blake ajustándose las gafas.

«Vamos a visitar primero a su hermana April» dijo Alan caminando por la calle mientras se iba comiendo un helado de vainilla. «Oye, ¿cuándo has comprado ese helado?» preguntó Blake sorprendido. «Cuando tu estabas tomando notas sentado en aquel banco». «Pues me voy a comprar uno que me estás dando envidia». «Mientras te lo compras yo voy a ver a esas chicas que están haciendo aerobic» dijo Alan alegre. «¡Ven con nosotras!» dijo una saludándole con la mano feliz mientras ladeaba la cabeza.

«¿Tú que les das a las chicas?» preguntó Lance mientras comía un helado de chocolate y fresa. «¿Por qué lo dices?» preguntó Alan sacando la lengua. «Porque no paras de ligar siempre. Y yo aquí a dos velas». «Tu tienes novia». «¡Y tu también!» «Ya pero Caroline ya sabe como soy y me quiere igual» dijo guiñando un ojo mientras esbozaba una sonrisa.

«Hola April. Él es el detective Blake Lance. Y yo soy el detective Alan Dagger. Venimos a hablar contigo». «Si. Pasen» dijo abriéndoles la puerta. «Gracias». April llevaba un vestido negro de verano y el pelo recogido. Tenía los ojos verdes y su mirada era dulce y compasiva. Sus manos eran finas y delgadas y su figura, esbelta. «¿Desean un poco de té?» «Claro. Se agradece» dijo Blake. «Siéntense, por favor». «¿Cuántos años tienes?» prefguntó Dagger mientras se sentaba. «Treinta». «Pues aparentas menos. Te echaba unos pocos más que tu hermana». «Eso dicen casi todos los que nos conocen. Aquí está el té». «Muchas gracias». «¿Qué desean preguntarme?» «Se que no mataste a tu hermana pero ¿sabes quién lo pudo hacer?» «No». «¿Cómo era su hermana?» preguntó Blake cogiendo su taza. «Alegre y optimista». «¿Qué hacía? ¿Estudiaba?» «Trabajaba como dependienta en una tienda de música». «¿Tenía novio?» terció Alan echando su cuerpo hacia adelante. «Oficialmente no pero si que le gustaba un chico». «¿Cómo se llama?» «Brent». «¿También trabaja en la tienda de música?» «Si». «Veo que tienes fotos de ella. ¿Cómo llevabas el ser tan diferente a ella? ¿Te molestaba?» «No. Cada uno es como Dios lo ha creado». «¿Eres muy creyente?» «Si». «¿Y ella?» «Se consideraba agnóstica». «¿Y su novio? Bueno, el chico que le gustaba». «No lo se». «Aparte de trabajar en esa tienda ¿tenía alguna afición?» «Le gustaba nadar y bailar». «¿Y vuestros padres? ¿Dónde viven?» «Descansan en paz» «¿Cómo?» «Quiere decir que han muerto» intervino Blake. «¡Ah, vale! Lo siento. Gracias por tu tiempo. Y por el té .Estaba muy bueno» dijo Alan levantándose esbozando una sonrisa.

«¿Quién es la siguiente?» preguntó Dagger abriendo la puerta del conductor del coche. «Diana Meer» contestó Lance enseñando una foto. «Está buenorra» dijo sonriendo. «Ya llegamos. Trabaja en este restaurante». «¿Es camarera?» «Si. Es esa de ahí. La que sirve la mesa donde está esa pareja». «Vamos a hablar con ella» dijo Alan frotándose las manos feliz. «Buenas. ¿Diana Meer?» «Si. Soy yo. ¿Desean una mesa?» «No. Te deseamos a ti». Diana se sonrojó. «Lo que quiere decir mi compañero es que queremos hablar contigo» dijo Blake mostrando su placa de policía.

«¿Qué relación tenías con Helen? ¿Eráis muy amigas?» preguntó Alan. «Si» contestó Diana con los ojos llorosos. Iba vestida con la ropa de camarera pero se vislumbraba una figura sensual a pesar de ello. Lucía un pequeño escote que resaltaba su generoso busto. También llevaba un pequeño tatuaje en el cuello que sólo se le veía cuando se recogía el pelo. «¿Qué simboliza ese tatuaje?» «Un ángel». «¿Eres creyente?» «Si pero creo en el mundo espiritual no en las religiones», «Entendido. ¿Sabes si Helen tenía enemigos que quisiesen hacerle daño?» «No. Todos la querían mucho». «¿Y qué puedes decirme de Brent? ¿Es un buen chico? ¿Qué relación tenía con ella?» «Buena. Se llevaban muy bien». «¿Era su novio?» «A medias». «¿A medias?» «Si porque se gustaban pero no habían salido juntos más que un par de veces». «¿Un par de veces en cuánto tiempo?» «En un año. Desde que trabajaban juntos». «¿Y en la tienda no había ninguna compañera que le tuviese celos?» preguntó Lance. «¿Celos? No que yo sepa». «¿Dónde estabas cuándo mataron a Helen?» «En casa». «¿Solía pasear por el parque sola?» «A veces». «¿Y tu?» «También. Más que ella». «¿Vives sola?» preguntó Alan llevándose un chicle de fresa a la boca. «No. Con mis padres». «¿Conoces a April, su hermana?» «Si». «¿Se llevaban bien?» «Si aunque eran muy diferentes». «Bueno. Te dejamos volver al trabajo. Gracias por tu tiempo».

«Ninguna de las dos se ve capaz de haberla matado» dijo Alan mientras se ajustaba el zapato en el pie con la mano. «Eso parece» dijo Blake consultando su móvil. «¿Qué miras?» «Nada. Un mensaje de mi oculista». «No sabía que tenías una aventura con él» dijo Dagger en tono burlón. «Pues ya lo sabes». «Qué ligón estás hecho. ¿Cuándo te pondrás lentillas». «Precisamente me estaba hablando de eso. Quería saber cuando quiero ponérmelas». «¿Estás preparado para ir sin gafas?» «Claro. Son muchos años esperándolo». En ese momento pasó un camión por la carretera pisando un charco de agua que salpicó a Lance en los pantalones. «¡Conduce más despacio tío!»gritó enfadado. «Déjalo estar. Un poco de agua fresca siempre sienta bien. Vamos a ver a la siguiente amiga de Helen» dijo Alan esbozando una sonrisa.

«Me gusta su trabajo» dijo Dagger mirando risueño a una chica que estaba posando desnuda de cintura para arriba. «No sabía que tuviese amigas tan atrevidas» añadió Blake ajustándose las gafas. «¿Qué hacen aquí?» preguntó un vigilante de seguridad. «Trabajando» dijo Alan mostrando su placa. «Parece que ya ha acabado» observó Lance. «Hola Cathy» saludó Dagger sonriendo. «Hola. ¿Quién eres?» preguntó ella poniéndose una bata de color azul turquesa. «Soy el detectiva Alan Dagger y él es mi compañero Blake Lance. Estamos investigando la muerte de Helen». «¿Y qué quieren de mi?» «Queremos hablar contigo. ¿De qué la conocías?» «Fuimos juntas al colegio». «¿Y después del colegio?» «Seguíamos viéndonos pero ya no tan frecuentemente». «¿La mataste?» «¡Claro que no!» «Cambiando de tema… ¿este es tu trabajo o lo haces como algo puntual?» «Es mi profesión. Trabajo como modelo. Depende de la campaña salgo de una manera o de otra». «Pero siempre ligerita de ropa ¿no?» «Normalmente si. Pagan más». «¿Sabes quién podría querer acabar con la vida de tu amiga?» «No tengo ni idea, la verdad. Es algo que aún no me lo creo. ¿Puedo marcharme ya?». «Si. Gracias».

«De momento no hemos sacado nada. Veremos mañana» dijo Blake limpiando sus gafas. «Seguro que mañana irá mejor» contestó Alan estirando los brazos mientras caminaba.

III

«Esta es la tienda de música donde trabajaba Helen» dijo Alan deteniéndose ante la entrada de un local. «Entremos» dijo Blake con soltura. De pronto salió un chico corriendo de la tienda mientras otro gritaba «¡Vuelve! ¡Ladrón!» «¿Dónde vas tan rápido?» preguntó Dagger sacando su pistola. «¡No dispare! ¡No dispare!» dijo el ladrón soltando lo que llevaba en el suelo mientras alzaba las manos. «Gracias» dijo el otro chico. «¿Cómo te llamas?» «Brent». «Mira que bien. Contigo queríamos hablar».

«¿De qué quieren hablar conmigo?» preguntó Brent. «De Helen» dijo Blake ajustándose las gafas. «¿Qué relación tenías con ella?» preguntó Alan. «Éramos amigos». «¿Sólo amigos?» «Si, al menos por mi parte». «Es decir que a ella le gustabas pero tu no le hacías ni caso». «También me gustaba pero me gustaba más Jamie Mason». «¿Quién es Jamie Mason? ¿La chica que nos está mirando desde que hemos entrado?» «Si». «¿Estáis saliendo juntos?» «Si». «¿Dónde estabas cuándo mataron a Helen?» «En casa. Viendo una película». «¿Estabas solo?». No». «¿Con quién estabas?» «Con mis padres». «¿Hay armas en tu casa?» «No». «¿Quién podría querer matar a Helen?» «No lo se». «¿Por qué acabas de mirar a Jamie?» «¿Qué?» «¿Qué por qué has mirado a Jamie?» «¿Cuándo la he mirado?» «Ahora cuando respondías. ¿Qué quieres ocultar?» «Nada». «¿Fue ella la que la mató?» «Por la cara que pone tiene toda la pinta que piensa que si» dijo Blake llevándose un chicle de menta a la boca. «¡No, no!» exclamó Brent levantándose de la silla. «¿Entonces quién fue?» «¡No lo sé!» «Si no nos dices la verdad te meteremos en prisión por ocultar información del caso». «Ya les he dicho la verdad». «No toda». «Vete. Ahora quedemos hablar con tu chica» dijo Lance.

«Éramos compañeras de trabajo. Nada más» dijo Jamie cruzándose de brazos. «Y también rivales en el amor» añadió Alan. «¿Deseabas que muriese?» preguntó Lance. «Yo creo que si lo que no se es de donde sacó la pistola. ¿Tienes una en casa de tus padres?» «Vivo sola». «Pues en tu casa. ¿Tienes una pistola?» «No». «Da igual. Tenemos restos de adn tuyos en el cuerpo de Helen del mismo día en que murió». «Eso es mentira» dijo asustada. «No lo es. ¿Quieres darnos tu versión de los hechos?» «Yo estaba haciendo limpieza en mi casa. No se nada más». «Pero los restos de adn no dicen eso». «Dice eso para asustarme» «Y por lo visto funciona porque estás sudando». «Eso es porque hace calor». «Vete pero no salgas de la ciudad».

«¿Te has inventado lo del adn, verdad?» preguntó Blake. «Si. Ha funcionado, ¿eh?» dijo Dagger esbozando una sonrisa mientras caminaba por la calle. «Si. Se cree muy lista pero sólo es una niña grande». «Y está asustada». «¿Crees que ha sido ella?» «Es bastante probable». «Hola. Soy Susan Canetti. Soy periodista local. ¿Qué pueden decirme acerca del caso de Helen Cole? ¿Hay novedades? ¿Saben quién la mató?» «Lo sabrá cuando lo hayamos averiguado. Gracias». «¿Y a nivel extraoficial?» preguntó apagando la grabadora. «A nivel extraoficial le digo lo mismo» contestó Alan sonriendo.

«¿Huevos revueltos con bacon o macarrones?» preguntó la camarera. «Macarrones» dijo Blake. «¿Y usted?» «También» dijo Dagger sentándose. «¿Y para beber?» «Agua». «¿Y usted?» «Lo mismo». «¡Marchando!» dijo la camarera acabando de tomar nota. «Gente curiosa la de Lancaster». «Desde luego» dijo Alan quitándose la chaqueta.

IV

«Ahora es verdad. El laboratorio forense ha encontrado restos de adn de Jamie» dijo Blake despertando a Dagger. «Buenos días. Déjame despertarme» dijo levántándose de la cama.

«Ayer te lo dije para ver como reaccionabas pero en realidad me lo inventé. Pero hoy es verdad» dijo Alan dejando los resultados del laboratorio encima de la mesa. Cathy estaba pálida sin decir una palabra. «Es una casa demasiado grande para una persona pero no está mal. Es amplia». «Debes acompañarnos a comisaría» dijo Blake ajustándose las gafas. «¿Quieres decir algo?» preguntó de nuevo Alan. «Si – comenzó a decir Jamie – Lo hice porque me quería quitar a Brent. ¡Y Brent es mío!» «Otra pregunta. ¿De dónde sacaste la pistola y dónde la has tirado?» «La compré el mismo día y después la tiré a un contenedor de basura. ¡Pero ella se lo merecía! ¡Quería quitarme a Brent!»

«Lo que hacen los celos» dijo Lance viendo como Jamie era llevada a prisión acompañada por un agente de policía de la comisaría de Lancaster. «Pues si pero, igualmente, a Jamie le falta un hervor o dos». «Realmente si. No se lo que vió Brent en ella. Con razón dicen que el amor es ciego».

V

«¡Rumbo a casa!» dijo Alan mientras conducía. «Pues si. Ya tenía ganas. ¿Vas siguiendo la final de la NBA?» preguntó Blake. «¡Por supuesto!» «¿Warriors o Cavaliers?» «Warriors, tienen mejor equipo». «Ya pero los Cavaliers tienen a Lebron y a Irving». «Si pero sólo son dos. En cambio, los Warriors tienen a más jugadores de calidad». «De momento van 2-1». «Acabará 4-1 la serie. Ya verás». «Ya lo veré» dijo Lance esbozando una sonrisa mientras miraba el paisaje a través de la ventana.

FÍN

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CORONA

11

 

 

 

 

 

 

 

 

 

I

«La víctima es Denis Raw, el dueño de un club erótico de la ciudad. Encontramos el cadáver esta mañana» dijo el agente tocándose la visera del gorro con el dedo. Los detectives Alan Dagger y Blake Lance observaban la escena con atención. «Dos disparos en el pecho» observó Blake ajustándose las gafas. «Supongo que la lista de sospechosos debe ser larga» comentó Dagger poniendo sus manos en su cintura. «La verdad es que era bastante odiado en Corona, todo sea dicho» explicó el agente. «Lo primero que debemos hacer es ir a su club» dijo Alan ajustándose el cuello de su camisa azul.

«Es bastante grande el local» dijo Blake observando el edificio. En el exterior había lujosos coches estacionados y un par de hombres musculosos haciendo de porteros. «¿Qué hora es?» preguntó Alan. «Las once y media de la noche» respondió Blake mirando su reloj. «Entremos a ver que averiguamos». «No podéis pasar» dijo un portero alzando la mano. «¿Por qué?» «Porque no lleváis la ropa adecuada». «¿Qué no llevamos la ropa adecuada? ¿Te gusta más esta ropa?» preguntó Dagger enseñando su placa de policía. «Si. No hay problema. Pueden paasar» dijo el otro dejándoles vía libre.

«Bueno, vamos a ver quien hay por aquí» dijo Alan mirando a las personas que había dentro. «¿Queréis tomar algo chicos?» les preguntó una camarera con un escote muy destacado y el pelo suelto. «No, gracias, pero queríamos preguntarte una cosa». «¿Qué cosa?» «¿Qué puedes decirnos sobre Denis Raw?» «¿Sois policías?» «Si». «¿Qué queréis saber sobre él?» «Todo. Como era, si tenía algún socio, sus enemigos…» «Vale. Lo he entendido. Como jefe no lo conocía mucho porque siempre estaba hablando con peces gordos pero no tenía muchos amigos. Tampoco tenia un carácter muy alegre que digamos. ¿Y si tenía algún socio? Si. George Landis. Es ese que está ahí sentado». «Gracias». «Me llamo Betty por si me necesitáis otra vez para algo». «Gracias otra vez Betty» dijo Alan esbozando una sonrisa.

«¿George Landis?» preguntó Dagger. «Si. Soy yo. ¿Quién es usted?» «Soy el detective Alan Dagger y el es mi compañero Blake Lance». «¿Qué puedo hacer por ustedes detectives?» dijo Landis mientras hacia marcharse a las dos chicas que estaban sentadas con él. «Estamos investigando la muerte de su socio Denis Raw. ¿Dónde estaba usted cuándo lo mataron?». «Aquí, trabajando, como cada noche». «¿Abren todos los días?» «Si. Todos. Pueden venir cualquier día a comprobarlo» dijo dando un trago a su bebida. «Es muy probable que vengamos más veces. No salga de la ciudad». «Pueden estar tranquilos. No saldré» dijo levantando su copa en el aire a modo de brindis.

«Me ha llamado Caroline» dijo Alan mirando el móvil. «¿Algo importante?» preguntó Blake. «No. La llamaré luego». «¿Y por qué no la llamas ahora?» «Porque esa chica quiere hablar con nosotros». «¿Están investigando la muerte de Raw?» preguntó de forma insegura. «Si. ¿Por qué?» indagó Dagger guardando el móvil. «Porque se quien lo mató». «¿Cómo te llamas?» «Conny. Soy la chica que estaba en la plataforma antes». «Perdona, con tanta ropa no te había reconocido» dijo Alan esbozando una sonrisa. «Claro. Estoy cansada de que los hombres sólo quieran acostarse conmigo. Ninguno busca quererme». «Quizás eso se debe al trabajo que haces» comentó Lance ajustándose las gafas. «Si trabajases como enfermera o maestra la cosa cambiaría». «Si pero no me pagarían tanto y necesito el dinero». «¿Para qué necesitas tanto dinero?» «Para cuidar a mi madre que está enferma». «Bueno. Volvamos al caso. ¿Quién lo mató?» preguntó Alan poniendo sus manos en su cintura. «Lorence Coyle». «¿Quién es Lorence Coyle?» «Un narcotraficante». «Quiero que nos des más detalles. Sigue hablando».

II

«Según Conny aquí es donde vive Coyle» dijo Alan deteniendo el coche delante de una casa. «Por lo visto le gustan los pájaros» dijo Dagger. «Si. Está lleno lleno de árboles con aves de todos los colores» dijo Lance limpiando sus gafas. «Aquí vienen los gorilas» dijo Alan viendo como dos hombres se acercaban hasta ellos. «Esto es propiedad privada. ¿Qué desean?» «Queremos hablar con vuestro jefe». «¿De parte de quién?» «De parte de la policía de California» dijo enseñando su placa. «Ahora no está en casa». «¿Entonces quién es ese hombre que veo sentado desayunando?» preguntó con ironía Blake.

«¿Qué desean detectives?» preguntó Coyle mientras cogía su vaso de zumo. «Queríamos preguntarle si mató a Denis Raw» dijo Dagger. «¿Matarle? ¿Por qué iba a querer matarle?» «Porque le robó un cargamento de polvo blanco». «¿Quién le ha dicho eso?» «Un pajarito». «Pues ese pajarito se equivoca. No soy un traficante. Como pueden ver, vivo pacíficamente, sin hacer daño a nadie. Me encanta la paz». «Si, una paz a base de traficar con droga». «¿Droga? ¿Qué droga? Yo sólo soy un empresario». «Un empresario que necesita guardaespaldas armados». «Es por precaución. Ya saben». «Lo que se es que cuando demostremos que lo mató va a estar en prisión mucho tiempo».

«Tenemos que encontrar pruebas para incriminarle» dijo Alan caminando por la calle. «Si. ¿Pero dónde?» preguntó Lance desabrochándose el primer botón de la camisa. «Podemos ir a preguntar de nuevo a Conny». «No creo que sepa más de lo que nos dijo». «Si que lo sabe» dijo una mujer pasando por su lado. «¿Quién eres tu?» «Soy Monique Wind. Soy agente de la DEA». «¿Nos estabas siguiendo?» «Si». «¿Por qué?» «Porque quería saber como eráis y eso se descubre estando de incógnito». «¿La DEA también está detras de Coyle?» «Si. Le vigilamos desde hace tiempo». «¿Qué puedes decirnos de Conny? ¿Qué es lo que no sabemos?» preguntó Blake. «Que Raw violó a su hermana y a los pocos días se suicidó». «Pues no lo sabíamos, la verdad» dijo Dagger serio. «Es muy probable que ella lo matase como venganza». «Es una posibilidad. ¿Por qué no te encargaste tu del caso?». «Porque mi prioridad era y sigue siendo Coyle. Los asesinatos se los dejo a los chicos de homicidios» dijo Monique esbozando una medio sonrisa.

«¿Queréis divertiros conmigo?» preguntó una chica vestida de cuero mascando chicle mientras contorneaba sus caderas con su pelo largo suelto. «¿Cómo te llamas?» preguntó Alan. «Grace. ¿Y vosotros?» «Nos llamamos detectives Lance y Dagger». «Mientras me paguéis no mi importa si sois polis o astronautas». «¿No te cortas un pelo, eh Grace?» dijo Dagger esbozando una sonrisa. «Sal de nuestra vista si no quieres que te llevemos a comisaría» dijo Blake ajustándose las gafas. «¡Que borde eres, tío! ¡Ya me voy!» «No te metas en líos Grace» dijo Dagger. «¡Ya se cuidarme! ¡Gracias!» «¿Qué? ¿Vamos a comer algo?»

«He comido tanto que si ahora cayese al suelo saldría rodando» dijo Blake tocándose la barriga. «A mi me pasaría lo mismo» dijo Alan sonriendo. «¿No es esa Conny?» «Si. ¿Qué hace paseando por aquí?» «Vamos a comprobarlo. ¡Eh, Conny!» La chica al verlos se acercó. «Hola detectives». «Hola Conny. ¿De compras?» «Si, quiero comprar algo de comida». «¿Vas a comer con tu madre?» «Si». «¿Por qué no nos dijiste lo que le pasó a tu hermana?» preguntó Alan. «¿Cómo saben eso?» preguntó sorprendida. «Nos lo ha explicado una amiga». «¿Qué les ha explicado?» «Que Raw la violó y que a los dos días ella se quitó la vida. ¿Es verdad lo que nos explicó?». «Si pero…» empezó a decir Conny pero, en ese preciso momento, recibió un impacto de bala por la espalda y cayó al suelo malherida. «¡Le han disparado desde ese coche!» gritó Alan. «¡Alto! ¡Policía de California!» dijo Lance disparándoles.

III

«¿Cómo está?» preguntó Wind. «Mejor» dijo Alan. «¿Se han enterado de que fué ella la que nos dijo lo de Coyle?» preguntó Lance. «Seguramente. Y, como habéis podido comprobar, a Coyle no le gusta que hurguen en sus asuntos». «La estamos vigilando. No se atreverán a venir si estamos aquí». «Yo no estaría tan segura. Lo mejor que podéis hacer es llevarla a comisaría». «Pero aún es pronto. Debe reposar más. Le acaban de extraer la bala». «Vosotros mismos» dijo Wind marchándose. «Creo que tiene razón» dijo Lance guardando su pistola. «De acuerdo. Nos la llevamos» dijo Alan resuelto.

«Se la han llevado a comisaría» dijo uno de los hombres de Coyle. «No importa. Cuando salga, matadla». «Si señor». Coyle fumaba un puro mientras leía el diario en su terraza. Cerca de él habían dos hombres vestidos con traje oscuro. Un poco más lejos, había otros tres hombres con armas visibles dando vueltas por la propiedad vigilándola.

«¿Qué novedades tienes Monique?» preguntó Alan. «Las novedades son una». «¿Y cúal es?» preguntó Blake. «Que hemos logrado colocar micrófonos en la casa de Coyle». «¿Y qué se ha podido escuchar?» «De momento nada. Pero seguimos a la escucha. ¿Y vosotros qué tal? ¿Han venido sus hombres por aquí?» «No. Tenías razón. Esto está mejor para su seguridad. En el hospital estaba demasiado expuesta». «Si queréis ir a tomar algo para estirar las piernas hacedlo. Yo la vigilaré». «Gracias» dijo Dagger poniéndose la chaqueta.

«Tenemos a la principal fuente de información y principal sospechosa en comisaría. Esto está casi resuelto» dijo Blake removiendo el café con una cucharilla. «Eso parece pero me da que queda algo por atar» dijo Alan dando un mordisco al bocadillo. «Lo que queda es que se recupere para poderla meter en prisión». «No seas tan duro. Piensa que, si realmente lo hizo, fue por lo que le pasó a su hermana». «Si. Es duro pero se ha pasado de la raya. No estamos en el viejo oeste».

IV

«Conny ha confesado. Podéis marcharos» dijo Monique. «Lo sabemos pero queremos ayudarte. Es lo menos que podemos hacer» dijo Alan esbozando una sonrisa. «Está bien. Si es vuestro deseo» respondió ella alegre. «Lo es» dijo Lance. «Vale. Pues os explico el plan». «Explica». «Tenemos una grabación en la que se habla de una operación que se va llevar a cabo hoy por la tarde. Tenemos al equipo listo para ir. Vosotros seréis nuestro refuerzo sorpresa». «Cuando hablas de operación supongo que te refieres a polvo blanco ¿no?» «Si». «Eso pensaba». «La dirección está aquí» dijo dándoles una nota. «Allí estaremos» dijo Dagger cogiéndola. «¿Y Conny? ¿Ya está en prisión?» «Si». «Mejor. Así estará a salvo. Aunque también es una pena». «Son cosas que pasan. Hemos cumplido con nuestro deber» dijo Lance ajustándose las gafas.

«Estad alertas. No quiero contratiempos» dijo Coyle ajustándose la corbata. «Si señor». «Aquí llega nuestro socio» dijo esbozando una medio sonrisa. Mientras sus hombres tomaban posiciones, los del socio escoltaban a su patrón a su paso.

«Ha dado comienzo el pavoneo real» dijo Alan divertido. «Nuestros hombres están alertas. Todo va según el plan» dijo Wind mirando a través de unos prismáticos. «Se están saludando» dijo Blake. «Muy bien. Cuando abran los maletines de la droga y el dinero daré luz verde». «Lo van a hacer ahora» observó Dagger atento. «De acuerdo. Luz verde chicos» dijo hablando a traves de su móvil. Cuando los agentes de la DEA empezaron a aparecer, los hombres de Coyle empezaron a disparar mientras este se marchaba corriendo con su maletín en dirección a su coche. «¿Vas a algún sitio?» preguntó Alan apuntándole con su pistola.

«Caso cerrado. Bueno, gracias por vuestra colaboración chicos» dijo Monique. «Gracias a ti por la tuya» respondió Dagger esbozando una sonrisa. «Sed buenos» dijo marchándose saludando con la mano. «Dos casos de un tirón. Quien lo iba a decir» dijo Blake desabrochándose los primeros botones de su camisa. «¿Tienes calor?» «Un poco. Se nota que falta poco para el verano». «Es verdad. Ya está aquí el tiempo de la playa» dijo sonriendo Alan.

FÍN

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WOODSIDE

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I

Alan Dagger, el detective del departamento de policía de California más querido junto con su inseparable compañero Blake Lance, ahora estaba solo pero feliz porque enfrente suyo, en un jardín de una casa residencial, había una preciosa chica en bikini que saltaba a la cuerda sonriendo. Alan le sonreía y ella a él. «¿Puedes ayudarme? Creo que se me ha desatado el bikini» le dijo. «Claro que si» dijo el detective con buen humor. Efectivamente, se le había desatado parcialmente. «Creo que ha pasado porque el bikini es demasiado pequeño». «Puede ser. Pero me gusta» respondió ella risueña. «A mi también me gusta. Siempre digo que más vale que sobre que no que falte. ¿Qué talla utilizas? ¿La 120?» «No. La 140. ¡Y es natural!. Mira. Toca» dijo cogiendo su mano acercándola a su pecho. «Si que es natural» dijo tocándolo contento.  «¡Eh, Romeo! ¡Tenemos trabajo!» dijo Blake llegando. «¡Vaya por Dios! Ya está atado. Te tengo que dejar. ¿Cómo te llamas?» «Bambi ¿y tu?» «Alan». «Encantada. Ven otro día Alan» dijo feliz.

«Que pueblo tan acogedor es Woodside» dijo Alan sonriendo. «Sobretodo sus encantadoras chicas en bikini. ¡Qué duro estabas trabajando!». «Pue si, Blake. Es un trabajo duro, pero alguien tiene que hacerlo». «Que morro tienes. ¡Y yo, sudando la gota gorda para ver donde demonios estaba la comisaría de Woodside!» «Cálmate amigo. Disfruta de las preciosas vistas» dijo Dagger viendo pasar a dos chicas en bikini que los miraban sonriendo. «Ya estoy más relajado» dijo Lance.

«Hola Brad. Este es mi compañero Alan Dagger» dijo Blake. «Encantado. Soy el agente Brad». «Mucho gusto» dijo Alan estrechándole la mano. «¿Quién era?» «Glen Singer. Un comerciante al por mayor de maquinaria industrial». «Murió por un impacto en la cabeza con este jarrón de cerámica hecho trizas en el suelo» apuntó Lance ajustándose las gafas. «¿Tenía algún enemigo?» «No que yo sepa. Era un hombre reservado pero no causaba problemas». «Pues a alguien se los causaba para que le rompiesen un jarrón en la cabeza» dijo Dagger poniendo sus manos en la cintura. «En su cartera hay una dirección de una casa de apuestas» dijo Blake. «¿Era jugador?» preguntó Alan. «No tengo constancia de ello» dijo el agente Brad arqueando los hombros. «¿Estaba casado?» «Divorciado». «¿Con hijos?» «Si. Uno. Se llama Martin». «¿Tienes su dirección?» «Si». «Gracias. Iremos a hacerle una visita».

«¿Martin Singer?» preguntó Alan al hombre que abrió la puerta de la casa. «Si. Soy yo». «Somos los detectives Lance y Dagger del departamento de policía de California». «¿Qué desean?» «Estamos investigando la muerte de su padre. ¿Lo mató usted?» «¡Pero que esta diciendo! ¡Era mi padre!» «Ya pero no sería el primero que lo mata para quedarse con su dinero. Sabemos que tenía un buen negocio». «Si pero eso no quiere decir que quisiese matarlo». «También sabemos que no tenían una relación muy estrecha» apuntó Lance ajustándose las gafas. «Es verdad pero eso no es motivo para matarle. Teníamos una relación distante pero era mi padre». «¿De qué trabaja?» «Soy arquitecto». «¿Vive solo?» «Si». «¿Dónde estaba cuándo mataron a su padre?» «Aquí, en casa, trabajando». «¿Alguien lo puede corroborar?» «No porque estaba solo en ese momento». «Eso quiere decir que a veces si que está acompañado». «Si». «¿Tiene novia?» «Novio. Soy gay». «Vale. ¿Y no vive con él?» «No. Preferimos estar así. Nos vemos cuando nos apetece». «Sois muy liberales los homosexuales». «Hay de todo». «¿Y quién hace de mujer? ¿Usted o su novio?» «¿A qué viene eso?» «A nada. Es por curiosidad». «Eso pertenece a mi privacidad». «Claro. ¿Y su novio de que trabaja?» «Es diseñador de moda». «Eso ya es más habitual». «Gracias por su tiempo» dijo Lance.

«He visto una peluquería. Iré a que me corten el pelo» dijo Alan tocándose la cabeza. «¿Quieres ponerte guapo para Bambi?» preguntó Blake divertido. «No. Para ti» respondió burlón Dagger. «Ya estoy comprometido con otra persona. Bueno. Me voy al hotel que quiero seguir mirando cosas».

II

«Estuve mirando las últimas operaciones de tarjeta de Glen Singer. Todas eran de grandes sumas. Dos en forma de ingresos y una en forma de extracción» dijo Blake mientras caminaba. «Eso tiene toda la pinta de que era jugador» comentó Alan estirando los brazos en alto. «Y hay otra cosa». «¿Qué cosa?» «Que era socio de Playboy». «Mira tu por donde tenía buen gusto».  «Hemos llegado. Aquí está la casa de apuestas» dijo Lance deteniéndose delante de un local. Un hombre de gran tamaño vestido con pantalón y camiseta de manga corta de color negro y gafas ahumadas custodiaba la entrada. «¿Qué desean?» preguntó. «Somos los detectives Lance y Dagger. ¿Conocías a Glen Singer?» «Si. Era cliente habitual». «¿Venía mucho?» «Unas tres veces por semana». «¿Qué tipo de apuestas hacía?» «Eso lo sabe mejor el jefe». «¿Y dónde está el jefe?» «Dentro». «Pues dile que queremos hablar con él».

«Hola detectives. Soy Jason Merk. ¿En qué puedo ayudarles?» «¿Qué tipo de apuestas realizaba Glen Singer?» preguntó Alan. «¿Singer? Pues un poco de todo aunque quizás se centraba más en los caballos. Pero, realmente, apostaba en casi todo». «¿Ganaba habitualmente?» «Ganaba de vez en cuando. Si ganase siempre no sería bueno para mi negocio». «Claro. ¿Y debía dinero? ¿Le debía dinero a usted?» «Ya no. Al final lo pagó todo». «¿Entonces estaba al día?» preguntó Blake. «Si. Podríamos decir que si». «¿Sabe quién pudo matarle? ¿Le debía dinero a otras personas?» «No lo se pero todo es posible. La gente que apuesta suele estar muy enganchada. Ya me entienden». «En una escala del 1 al 10 ¿en qué número estaría Singer enganchado a las apuestas?» «Uhm. Yo diría que en un 7». «Eso es bastante enganchado». «Si pero tenía un punto de sangre fría que le hacía detenerse antes de perder el rumbo». «Muy bien. Gracias por su colaboración». «A ustedes detectives».

«¿Te has creído algo de lo que nos ha contado?» preguntó Lance. «Un 30%» dijo Alan esbozando una medio sonrisa. «Mira. Tu amorcito» dijo Blake viendo a Bambi acercarse hasta ellos saludando con la mano. «¡Hola Alan!» «Hola Bambi. ¿Qué tal?» «Voy al trabajo». «¿Dónde trabajas?» «En esa pizzería». «¿La que está lado de la casa de apuestas?» «Esa misma» dijo sonriendo. «¿Tienes hambre? Ven y te invito a comer. ¿Te gusta la pizza?» «¡Me encanta!» «¡Que bien! Pues ven conmigo cariño. Y tu amigo también».

«No sabía que fuera la dueña de la pizzería» dijo Lance. «Yo tampoco lo sabía» dijo Alan sonriendo. «Con ella se rompe el tópico de las rubias son tontas». «Nunca he compartido esa frase. Hay tontas de todos los colores y conozco varias chicas rubias que son muy inteligentes». «Inteligencia y belleza. Buena combinación». «Ya estoy aquí – dijo Bambi acercándose a la mesa – ¿Os gusta? ¿Queréis más?» «No, gracias. Quería preguntarte una cosa» dijo Dagger. «Pregúntame lo que quieras Alan» dijo risueña. «¿Conocías a Glen Singer?» «Si. Un poco. Siempre le iba detrás Merk». «¿Por qué?» «Porque decía que le debía dinero. Una vez le oí amenazarle de muerte si no le pagaba». «¿Estás segura?» «Segurísima». «¿Por qué será que no me extraña?» dijo Dagger haciendo una mueca con la boca. «Voy a traeros el postre» dijo Bambi dando un beso en la mejilla a Alan.

III

«Buenas. Bonita casa» dijo Dagger a Jason Merk cuanto este salía de su residencia llevando un maletín. «¡Gracias! Me marchaba ya. ¿Querían hablar conmigo? ¿Cómo les va con la investigación?» «Pues ahora que lo dice, nos va muy bien. Hemos hecho grandes avances» dijo Blake ajustándose las gafas. «¡Eso está bien! ¡Hay que atrapar a quien lo hizo lo antes posible! Y ahora, si me disculpan, debo ir a trabajar». «Por supuesto. Sólo una pregunta más. ¿Cuándo iba a decirnos que amenazó de muerte a Singer?» Merk tragó saliva mientras el color de la cara le cambiaba. «Esperen… Eso fue en un momento de calentón. Ya saben. Cosas que se dicen sin pensar». «Y que luego se cumplen al romper un jarrón de cerámica en la cabeza de la otra persona». «¡No, no! ¿Eso piensan?». «¡Hasta luego Jason!» dijeron dos chicas saliendo de la casa por una puerta lateral. «Si que le va bien el negocio que se gasta el dinero en prostitutas de lujo» dijo Alan. «Si. Las apuestas dan muchos beneficios ¿verdad?» preguntó Blake. «Bueno, uno tiene sus caprichos y con esto no hago daño a nadie». «Hay otra cosa que tampoco nos dijo». «¿Qué cosa?» Merk estaba cada vez más nervioso y una gota de sudor le empezó a caer por la frente. «Que ha estado en prisión dos veces por estafa». «Me tendieron una trampa mis antiguos socios. Yo era inocente». «¿También era inocente cuándo propinó una paliza al dueño de un restaurante? ¿O cuándo robó los brillantes de una joyería?» «Que puedo decir…» dijo Merk echando mano al bolsillo. «Qué estás detenido» dijo Alan sacando las esposas. «¡No! ¡Aún tengo proyectos!» gritó Merk rociando con un pequeño bote los ojos de los dos detectives. «¡Maldita sea!» dijo Dagger mientras intentaba palpar donde estaba moviendo los brazos en el aire.

«Aquí están doctor» dijo la enfermera. «Ya estamos bien» dijo Alan levantándose de la silla. «Gracias por todo» añadió Blake haciendo lo propio. «Vayan con cuidado detectives» dijo el doctor viendo como se marchaban del hospital.

IV

«Lo han visto cerca de la casa de Singer» dijo Alan cogiendo su pistola. «Vamos a por él» dijo Lance poniéndose su chaqueta. «¡En marcha!» dijo Dagger saliendo de la habitación del hotel.

«¡Ahí está!» gritó Alan desde dentro del coche. Merk estaba forzando la puerta para poder entrar. «Lo tenemos» dijo Blake poniendo el cargador a su pistola. «¡Arriba las manos Merk!» gritó Dagger apuntándole con su pistola desde fuera del coche. «¿Qué…?» balbuceó Jason levantando su mano en la que llevaba un cuchillo. «¡Suelta el arma ahora mismo!» dijo Blake amenazándole con su arma. «¡Nooo!» gritó Merk queriendo lanzar el cuchillo pero antes de lograrlo Alan le disparó en la mano. «¡Aaargh!» gritó mientras veía su mano ensangrentada y la daga en el suelo.

«Esto es por lo del spray» dijo Dagger dándole un puñetazo en la cara a Merk. «Déjalo ya Alan. Hay que llevarlo a la comisaría» dijo Lance esposándolo.

V

«¿Ya te vas?» le preguntó Bambi a Alan con cara triste. «Si. Ya hemos acabado. Gracias por todo». «Ha sido un placer. Mira» dijo enseñándole feliz un tatuaje en su brazo derecho en el que se veía un corazón y dentro el nombre de Alan. «Es bonito» dijo Dagger sonriendo. «Vuelve cuando quieras. Esta es tu casa» dijo Bambi dándole un beso en los labios.

«¿Qué? ¿Nos vamos?» preguntó Blake con las manos en el volante. «Si. Vámonos» dijo Alan subiéndose al coche sonriendo.

FÍN

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DANVILLE

11

 

 

 

 

 

 

 

 

I

«Lo mejor del verano son las chicas» dijo Alan Dagger sonriendo mientras contemplaba a unas chicas tomando el sol en bikini. «Y eso que aun no ha comenzado la estación propiamente» añadió Blake Lance ajustándose las gafas. «¡Eso! ¡Ya tengo ganas de que empiece!». «Pronto empezará» dijo un hombre acercándose. Vestía con americana y sombrero. Tenía una complexión fuerte y una figura muy varonil. «Soy Colin Blade. ¿Qué tal han llegado?» «Muy bien. Gracias» dijo Lance. «Así que usted es el capitán de la comisaría de Danville» dijo Alan. «Eso es. ¿Se esperaba a otra persona?» «No». «Vale. Pues entonces les refrescaré el caso. Steve Sorensen, encontrado muerto en un almacén con varios disparos en el cuerpo». «¿Cuántos exactamente?» preguntó Blake. «Siete». «Eso es una ejecución con saña» soltó Dagger poniendo las manos en su cintura. «Eso parece detective. Mi deseo es esclarecer el caso lo antes posible ya que lo ocurrido tiene en tensión a los vecinos. Han de saber que esta es una ciudad muy pacífica. Aquí viene Paul». «¿Quién es Paul?» «El agente Paul. Él les llevará a ver el cadáver» dijo marchándose tarareando una canción. «Vaya personajillo» dijo Dagger esbozando una sonrisa.

«He hecho la autopsia. Son siete balas en total como dijo Lance. Seguramente un arma automática». «Buen trabajo Blake» dijo Alan mirando a una mujer que entraba en la comisaría. «Ya veo en que te centras». «¿Eh? ¿Qué? ¡Ah! ¿Pero la has visto? Está tremenda. ¿Quién es?» «Es la detective Colette de antivicio» dijo Paul mientras ordenaba unas hojas en la mesa. «¿Pero dónde vas?» preguntó Lance viendo que Alan se alejaba. «A verla» contestó guiñando un ojo. «Buenas. ¿Cómo te va en antivicio Colette?» «Podría ir mejor». «Por qué?» «Porque sólo estoy yo». «Según Blade esta ciudad es muy tranquila». «Si que es tranquila pero en mi caso se produce lo contrario». «Díselo a Colin». «Ya se lo he dicho no se cuantas veces. ¿Y tú qué? ¿Te gusta Danville detective Dagger?» «No está mal. Y ahora me gusta más». «A mi tampoco me disgusta la policía de California» dijo sonriendo.

«Mientras tu ligabas con la detective yo he seguido investigando» dijo Blake algo molesto. «¿Y has descubierto algo nuevo?» preguntó Alan. «Si. Se donde se vendieron las balas que se utilizaron en el tiroteo».

«¿Estas son las balas que le vendió?» preguntó Alan. «Si señor» respondió el dependiente serio. «»Son de una atomática como dijiste». Lance asintió con la cabeza ajustándose las gafas. «¿Conocía al cliente?» «No. Era la primera vez que lo veía». «¿Podría decirnos como era? Así podremos hacer un retrato aproximado para buscarle». «Claro. Con mucho gusto.»

II

«Bueno, bueno, Jeremy. ¿Qué querías hacer con tantas balas?» preguntó Dagger mientras jugaba con las llaves del coche. Jeremy era un joven de unos veinti pocos años. De estatura media. Tenía el pelo castaño con mechones rubios y los ojos de color verde. Ese día iba vestido con vaqueros y una camiseta de manga corta de tono gris. Su mirada era escudriñadora y en el brazo derecho tenía un tatuaje de un cocodrilo.  Miraba hacia la puerta custodiaba por Lance. Después miró la ventana en la que estaba Alan. Estaba nervioso, quería escapar pero las salidas estaban vigiladas. «Tenemos todo el día» volvió a decir Dagger poniendo su pistola encima de una mesa que había a su lado. Jeremy comenzó a sudar ligeramente. Tragó saliva y después resopló. «Yo no compré esas balas» dijo finalmente. «No es lo que nos ha dicho el dependiente que, por cierto, es también el dueño de la tienda» dijo Blake. «Además, tenemos las imágenes de la grabación de la cámara» añadió Alan mientras se metía un chicle en la boca. Jeremy comenzó a respirar de manera agitada. «¿Nerviosillo?» preguntó mientras mascaba el chicle y esbozaba una medio sonrisa. «No tienes ninguna coartada. Todos los indicios te señalan como el autor del homicidio» anunció Lance. «¿Quieres venir con nosotros?» preguntó Alan mostrando las esposas. Justo cuando Jeremy iba a ponérselas empezaron a disparar desde la calle atravesando el cristal de la ventana. «¡Al suelo!» dijo Alan tumbando a Jeremy. «¡Los veo! ¡Son dos tiradores!» dijo Blake mirando de reojo cerca de la ventana mientras tenía su pistola cogida con sus dos manos apuntando hacia el suelo. «¿Amigos tuyos?» preguntó Dagger a Jeremy.
«Se han ido» dijo Lance guardando la pistola.

«Te va a caer una buena si no nos dices quienes eran esos dos» dijo Alan con tono amenazante apuntando con su dedo índice a Jeremy el cual estaba sentado en una silla detrás de una mesa en medio de una sala de la comisaría de Danville. «Aparte de la que ya te ha caído por tu homicidio» comentó Lance limpiando sus gafas. «No tengo nada que decir» dijo el joven mirando a otro lado. «Pues te diré quienes eran: – dijo Dagger – eran tus dos socios, tus amigotes ¿cierto? ¿Tenéis una banda o es algo improvisado porque estabáis aburridos?» «¿Y por qué mataste a Sorensen? ¿Era parte de la iniciación para entrar en ella?» preguntó Blake. Jeremy iba a decir algo pero se calló. «Es eso» dijo Alan.

«Conozco a vuestro sospechoso» dijo Colette camindo hacia la maquina de bebidas donde estaban Alan y Blake. «¿A Jeremy?» preguntó Dagger. «Si. También le da a las drogas. María y coca. Pero no es distribuidor, únicamente consumidor». «Es bueno saberlo ¿Y sus amigos?» «También. Tiene dos. Reginald y Damian. Reginald es más tranquilo pero Damian ha estado en prisión un par de veces por robo a mano armada». «¿Sabes dónde viven?» preguntó Lance.»Se donde les podéis encontrar».

La entrada del local estaba custodiada por dos hombres vestidos con traje. «¿Dónde váis?» preguntó uno al ver que Alan hacia intención de entrar. «Queremos disfrutar de la fiesta» dijo esbozando una sonrisa. «Ya, pero es que no estáis invitados». «Yo creo que si» dijo mostrando su identificación como detective. «Vale. Pasad» «Gracias». «¡Hola! Soy Clea  ¿Qué vaís a tomar?» preguntó la camarera que estaba detrás de la barra del bar. Era joven, morena, con el pelo largo recogido en una coleta. Llevaba un vestido de cuero negro con un escote pronunciado. En su hombro derecho tenía un tatuaje de una rosa roja y su voz era sensual y a la vez tímida. «Lo que quieras. Sorpréndenos» dijo Alan con una sonrisa. La camarera le sonrió y empezó a preparar las bebidas. «Mira quien hay por aquí» dijo Blake viendo a Reginald y a Damian. Reginald era más alto que Damian. Tenía el pelo largo hasta los hombros y vestía con pantalón negro y una camisa de manga larga de color blanco. Damian llevaba el pelo corto y vestía con pantalón oscuro y una camisa de tono pastel. Lucía un aro en la oreja derecha y un collar de plata al cuello. Mientras Reginald permanecía serio y atento, él se mostraba locuaz y aparentemente distraído. «¿Los conoces?» preguntó Alan a la chica. «Si. El alto es muy majo. El otro es otra historia». «Eso parece. Oye Clea, si escuchas disparos agáchate». «¿Sois ladrones?» preguntó asustada. «No. Policías».

Cuando Reginald se percató de que venían hacia ellos hizo un gesto a Damian. «¿Quiénes son?» «Los polis. Tenemos que salir de aquí». «Tranquilo. Voy preparado» dijo Damian sacando una pistola. La gente que había a su alrededor se marchó de su lado corriendo. «¡Venid polis!» gritó mientras disparaba. «¡Vamos!» gritó Alan sacando su pistola. «¡Al suelo todo el mundo!» exclamó Blake a las personas que estaban alrededor. Al hacerlo, Damian huyó corriendo. «¡Yo me encargo de él!» dijo Lance saliendo detrás suyo a la carrera.

«¿Dónde está Damian?» preguntó Blake mientras sujetaba por un brazo a Reginald el cual iba esposado con las manos detrás de la espalda. «Ha escapado» dijo Alan guardando su pistola. «Bueno. Ya lo cogeremos. Ahora vamos a interrogar a este». «Si. Empezaremos con la pregunta del millón. ¿Quién mató a Sorensen? Sabemos que Jeremy compró las balas pero eso no implica que él lo matase». «¿No hablas?» preguntó Lance. «Quizás prefiere la prisión. Se está muy fresquito. No hay tele pero si barrotes y pared. ¿Como lo ves?» intervino Dagger. Reginald miraba el suelo cabizbajo pero al oír lo de la prisión levantó la cabeza. «Yo no quería que muriese» empezó a decir. «¿Qué pasó?» «¿Formaba parte de algun ritual sangriento de vuestra banda?» preguntó Blake, «No. Y no somos una banda. Somos de la milicia demócrata». «¿La milicia demócrata? ¿Qué es? ¿Un grupo de música?» «Burlese si quiere. Nosotros, como antes nuestros predecesores, velamos porque la democracia se mantenga alejada de sus enemigos». «¿Y quiénes son sus enemigos?» «Los comunistas». «Ya. ¿Y por eso lo mataste? ¿Por que era comunista?» «Yo sólo quería darle un castigo pero no matarle». «¿Entonces quién lo hizo? ¿Jeremy o Damian?»»Jeremy acaba de entrar en la milicia. Él sólo se ofreció a comprar las balas». «Vale. O sea que fue Damian. Muy bien. LLévatelo a comisaría. Luego iré yo». «¿Dónde vas?» preguntó Blake extrañado. «A tomar algo para despejarme».

III

«¿Qué tal la noche?» preguntó Blake mientras se tomaba un café. «Bien. He reunido información» dijo Alan. «Cuenta». «He descubierto donde trabaja Damian».

«Está licenciado en derecho y tiene un doctorado en economía. Su padre era marine y murió cuando él tenía diez años. Su madre vive en Nueva York y trabaja como maestra de escuela. Es hijo único y alterna su trabajo como asesor bursátil con la milicia democrática» dijo Dagger mientras caminaba. «Vaya currículum. Esto es la prueba de que formación y cabeza bien amueblada no siempre van a la par» sentenció Lance ajustándose las gafas. «Aquí es» dijo Alan deteniéndose delante de un local. «Yo iré por detrás». «De acuerdo» dijo entrando. El local estaba bien amueblado y tenía una recepcionista en la entrada. «Hola. ¿Puedo ayudarle?» «Si. Quiero hablar con el señor Damian». «¿De parte de quién?» «De parte del detective de homicidios del departamento de policía de Californi,  Alan Dagger». La chica se quedó sin palabras. «Vaya a buscarle». «Si… Claro. Ahora mismo». Pero Damian no se presentó. Lo que hizo fue salir por la parte trasera del local pero se encontró con el detective Lance apuntándole con una pistola.

«Ustedes no están preparados para entender la conjura comunista» dijo Damian esbozando una medio sonrisa. Damian estaba sentado en la misma silla que estuvo antes Jeremy. «A mi lo que me interesa es entender quién mató a Sorensen» dijo Alan tocándose el pelo de la cabeza con una mano. «No lo entenderá si no entiende por que lo hicimos». «¿Por qué lo hicistéis?» preguntó Blake cruzando los brazos. «Lo hicimos porque era un miembro importante de la secta comunista de los Estados Unidos». «¿Y qué más te da que sea comunista?» «Me importa mucho porque quiero a mi país y quiero protegerlo». «En resumen, todo se queda en un acto patriótico». «Eso es». «Pero lo que yo veo es que estabas solo haciéndolo. Es verdad que Jeremy te compró las balas pero él y Reginald no le dispararon. Fuiste tu. Y con un arma automática. Eso revela sadismo». «Cierto. Fue una ejecucción brillante» dijo Damian sonriendo con satisfacción. «¿Sabes lo que va a ser brillante? La pena de muerte que te va a caer». «Tendrían que hacerme un monumento. Soy un patriota». «¿Qué fumaba este tío cuándo estaba en la universidad?2 preguntó Dagger esbozando una medio sonrisa.

«Me alegro por ti» dijo Colette sonriendo. «Gracias» dijo Alan alegre. Colette iba vestida con un vestido azul con escote. Llevaba el pelo suelto y un maquillaje discreto pero atractivo resaltando sus labios y sus ojos ya de por si magnéticos. «¿Siempre los atrapáis tan rápido?» «Depende. ¿Y tu qué tal?» «Va para largo. Ya sabes. Es lo que tiene estar sola». «Si. Una vez estuve solo. Fue cuando estaba trabajando en Alaska». «¿Alaska? ¿Qué hacías allí?» «Era cuando estaba empezando. Hacía tareas de clasificación de archivos. Lo que me gustaba era que podía escuchar música todo el día». «Mira que bien». «Si. Me lo pasé muy bien pero lo hubiese pasado mejor si hubiese tenido un compañero o una compañera». «Pues si. ¿Y cómo te va con tu novia?» «Bien. No sólo es muy guapa también es muy dulce y tranquila y eso me encanta porque yo soy un poco cabra loca. Me ayuda a serenarme. ¿Y tu  qué?». «Estoy soltera». «Será porque tu quieres porque estás tremenda. Se lo dije a Blake el primer día». «Gracias» dijo sonriendo Colette. «Tu tranquila. No hay prisa». «Eso me dice mi madre pero cuando eres poli los hombres se cortan. No se atreven a ligar. Y con vosotros pasa al revés. A las mujeres les gusta mucho ligar con vosotros». «¿Tu crees?» preguntó Alan esbozando una sonrisa mientras bebía de su copa.

IV

«¿Hasta qué hora estuviste con Colette?» preguntó Blake. «Hasta las dos de la madrugada» respondió Dogger dando un bostezo. «Ya se te nota. Te vas haciendo mayor». «¿Qué dices? ¡Estoy en la flor de la vida!» «Venga. Subamos al coche que nos están esperando». «¿Ya has hablado con tu churry?» «Si. Por cierto, se ha encontrado con la tuya». «¿Dónde?» «En un parque». «Si. A Caroline le gusta mucho la naturaleza». «Y a la mía le gusta leer rodeada de verde». «Se parecen un poco ¿eh?» «Si pero la mía es más guapa». «¡Ya te gustaría!» dijo Alan esbozando una sonrisa mientras habría la puerta del coche.

FÍN

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BELL GARDENS

11

I

Eran pasadas las doce de la noche. En el restaurante de comida rápida se disponían a cerrar y dos trabajadores salieron a la calle a tirar la basura. «¡Vaya día de curro que hemos tenido!» dijo uno. «¡Ya te digo! ¡Menos mal que mañana libro!». «¡Qué suerte tienes!» Al abrir el contenedor encontraron el cuerpo sin vida de un hombre de mediana edad. «¡Ostras, tío!» dijo el más joven. Los dos se miraron por un instante con incredulidad. «Hay que llamar a la policía» dijo el más veterano.

II

«Bell Gardens. Otro lugar en el que no había estado nunca antes» dijo el detective Alan Dagger saliendo del coche. «Yo tampoco» expresó Blake Lance, su compañero. Dagger alzó los brazos bostezando. «Madre mía. Que sueño» dijo. De repente, una pelota de plástico cayó rodando cerca de ellos. En seguida vinieron dos chicas corriendo vestidas con bikini. «¡Hola, hola! ¿Nos pasáis el balón?» «¡Claro!» dijo Alan entregándoselo. «¡Gracias!» dijo mandándole un beso. «Me encanta la playa» comentó esbozando una sonrisa.

«Soy el subinspector Valerio Kane de la comisaría de Bell Gardens. Bienvenidos detectives». «Gracias» dijo Alan. Kane era un hombre de unos cuarenta y tantos años. Tenía el pelo negro y una barba no demasiado pronunciada. Vestía con un pantalón blanco y una camisa hawaiana de manga corta. «¿Eres colombiano?» preguntó Dagger. «Si. ¿Cómo lo has sabido?» «Por el acento. Hace tiempo tuve una novia colombiana. Aprendí mucho de su cultura». «Me alegra saber eso. Las mujeres colombianas son las mejores. ¿Por qué ya no estáis juntos?» «Murió en accidente de coche». «Lo siento mucho. Que pena. ¿De dónde era?» «De Bogotá». «Como yo. En fín, la vida sigue. Que Dios cuide de su alma». «Siento cambiar de tema pero ¿podemos ver el cadáver de la víctima?» terció Lance. «Si. Venid» dijo Valerio caminando hasta la sala de autopsias. «Tiene síntomas de envenenamiento». «Así es. ¿Cómo lo supiste tan rápido?» «Porque soy forense además de detective» respondió Blake ajustándose las gafas. «En concreto arsénico» siguió diciendo. «¿Siempre es así de efectivo?» «Siempre» respondió Alan divertido. «Lo suponía. Desconocemos el móvil. Eso es lo que tenemos que averiguar. Yo ahora me voy a comer con mi mujer que es nuestro aniversario. Si hay novedades llamadme a este número» dijo entregándoles una tarjeta. «De acuerdo. Y, por cierto,¡felicidades!» «¡Gracias!»

«No he descubierto nada más haciéndole la autopsia». «No importa. Sabemos quién es. Ahora es el turno de las entrevistas» dijo Alan. Mientras caminaban en dirección al coche vieron a un hombre que los seguía. Era delgado, con el pelo un poco despeinado y llevaba una cartera colgada al hombro. «¿Quién será?» preguntó Blake. «No lo se. Parece un tío raro de esos que les molan las pelis extrañas» contestó Alan. «¿Las pelis de serie B?» «B o C. Lo que sea». «Bueno ¿Qué hacemos?» «Vamos a esperar un segundo a ver que hace». «Se ha detenido haciendo ver que se le ha desatado el cordón de la zapatilla». «Es un profesional – dijo en broma Alan – ¡Eh, tu! ¡Ven aquí chaval!» El chico quiso disimular pero ante la insistencia gestual de Dagger se acercó caminando lentamente. «¿Por qué nos sigues? ¿Quieres un autógrafo?» «¿Qué? No, no. Soy ufólogo y estoy reuniendo información acerca del caso del compañero». «¿Qué compañero? Y… ¿eres ufólogo? ¿Qué me estás container, nen?» «Pues eso. Soy Brandon Cricket y soy ufólogo y mi compañero, aunque era más colega que otra cosa, es el hombre que encontraron en la basura». «¿También era ufólogo?» preguntó Blake con incredulidad. «Pues si.» «Bueno, vamos por partes. ¿Sabes lo que le pasó a tu compañero?» «Si, a medias. Se que lo perseguían para matarle». «¿Quién lo perseguía?» «Un par de hombres de negro, ya saben». «¿Cómo en la peli de Will Smith?» intervino Dagger. «Si pero esta vez no era comedia. Lo querían matar de verdad y quizás a mi también». «Espera, espera. ¿Por qué lo querían matar?» «Porque había descubierto que en esta ciudad hay un infiltrado». «Ahora si que no te sigo. ¿Un infiltrado?» «Si. Ya sabe, un extraterrestre viviendo en un cuerpo de un humano». «¡Si, claro! ¡Lo más normal del mundo!» exclamó Alan esbozando una sonrisa. «Mira, somos detectives de la policía. Queremos datos claros» dijo Lance. «Y los estoy dando. A mi compañero lo mataron dos hombres de negro por descubrir que aquí estaba viviendo un infiltrado». Blake se quitó las gafas y se restregó los ojos con los dedos de la mano. «Eso esta bién para una película de serie B pero estamos en el mundo real» dijo poniéndoselas otra vez. «Puedo mostrarles al infiltrado. Así seguro que me creerán». «¿Dónde vive ese infiltrado? ¿Está lejos de aquí?» «Un poco pero no mucho». «Mira, no se si estás como una cabra o te crees algo de lo que dices, pero si sabes algo del homicidio de tu amigo será mejor que nos lo cuentes todo». «Ya se lo he contado. ¿Acaso nunca han vivido una experiencia fuera de la normal?» Alan y Blake se miraron por un momento. «Algo hemos vivido. Pero estaba  más relacionado con los fantasmas» dijo Dagger esbozando una medio sonrisa.

III

«Ahí viene Brandon» dijo Alan metiéndose un chicle de fresa en la boca. «¡Hola detectives! ¿Listos para la aventura?» preguntó soriendo. «Te seguimos» dijo Lance serio. «Vale. Podíamos ir en coche pero prefiero caminar. Tengo ganas de estirar las piernas». «Y das buenas zancadas» observó Dagger. «Si. Lo se. En el colegio siempre se metían por eso conmigo». «Mientras caminamos cuéntanos más cosas sobre ti como, por ejemplo, si viven más colegas tuyos por Bell Gardens». «Que yo sepa no. Sólo éramos dos y ahora sólo quedo yo. Ser ufólogo comporta llevar una vida muy solitaria aunque también muy apasionante». «¿No tienes familia?» «Si pero no viven aquí». «¿Dónde viven?» «En Detroit. Lo se. No tiene nada que ver con Bell Gardens pero es que tampoco vivo aquí todo el año. Viajo mucho investigando». «Y ahora que lo mencionas ¿investigas sólo aquí  o también fuera?» «También fuera. He ido a Brasil y a Perú a realizar varias investigaciones». «¿Siempre solo?» «No. A veces con algún otro compañero». «Comprendo».

«Aquí vive el infiltrado» dijo Cricket deteniéndose delante de una casa con cesped y piscina. «No vive nada mal el» dijo Alan. «Bueno, sobre eso quiero especificar que, en términos estrictos, no es un infiltrado, bueno si que lo es, pero habita en un cuerpo de mujer, no de hombre». «O sea, es un extraterrestre que ha hecho un cambio de sexo, por así decirlo». «Más o menos, si. Suponiendo que ellos tengan sexo». «¿No tienen?» «Pues no lo se. Hay algunos que no tienen. Son asexuados. Pero quizás haya otros que si tengan». «Ahora me estoy acordando de la peli de Kim Basinger ‘Mi novia es una extraterrestre’. Estaba tremenda. ¿Es así la infiltrada?» «Ahora lo verán» respondió Brandon sonriendo. Llamó al timbre y esperó. Nadie abría la  puerta. «Insistiré» dijo volviendo a llamar. «Para mi que se ha ido a su platillo» dijo Alan. «Una vez más» anunció Brandon llamando de nuevo. Esta vez si que la puerta se abrió. «Hola» dijo una mujer joven de pelo moreno y ojos verdes. «Hola Cathy» saludó el joven feliz. «Vengo con unos amigos». «Los detectives Dagger y Lance» dijo ella sonriendo. «¿Cómo lo ha sabido…?» preguntó en voz alta Blake con sorpresa. «Como puedes comprobar, Alan, no me he ido con ningún platillo». Esta vez fue Dagger el que se quedó sin habla.

Estuvieron con ella toda la mañana y, aunque hablaron de muchas cosas, lo más importante que extrajeron de la conversación era que Cathy era una extraterrestre con el poder de la telepatía y que la versión de Brandon acerca de la muerte de su compañero cobraba cada vez más sentido. «¿Sabes quiénes lo mataron?» preguntó Alan a Cathy. «Si. Los dos hombres de negro. Pero no os preocupéis. Está bien». «¿Está bien? Pero si está muerto» dijo Blake. «La muerte es el nombre que le dáis al paso de esta dimensión a otra dimensión» dijo esbozando una sonrisa.

IV

«¿Qué tal la investigación? ¿Hay novedades?» preguntó Kane preparándose un café. «¿Qué piensas de la vida en otros planetas» preguntó Alan. «¿Cómo? – dijo atragantándose por la sorpresa de lo que oía – ¿De qué estás hablando?» «De nada. Sabemos que la cosa estuvo relacionada con dos hombres que vestían de negro». «¿Y ya está?» «Y ya está. De momento» dijo Lance ajustándose las gafas. «Bueno. Ya es algo». «¿Qué tal fué el aniversario?» ¡Genial! Nos lo pasamos muy bien. Después de comer fuimos a bailar. Hacía tiempo que no bailaba y… Me llaman. ¿Si? Perfecto. Gracias». «Por la cara hay novedades» dijo Dagger. «Efectivamente. Por lo visto han encontrado a los dos hombres de negro».

Alan y Blake miraban como los dos coches patrulla de la policía local formaban una barrera para que nadie, excepto las personas autorizadas, la traspasase. «Pusieron resistencia y tuvimos que disparar» dijo un agente a Kane. «Entiendo. Han hecho lo que tenían que hacer». En el suelo habían dos cuerpos sin vida de dos hombres vestidos de negro. Uno tenía una pistola en la mano la cual la recogió rápidamente un agente metiéndola en una bolsa de plástico transparante. «Bueno. Al final, dos locos ajustando cuentas con un tercero. Fín de la historia. Gracias por venir chicos y buen viaje de vuelta» dijo Valerio saludando a los dos detectives.

V

«No han cogido a los hombres de negro» dijo Brandon. «Pues te aseguro que iban de negro» dijo Dagger abriendo la puerta del coche. «Lo se pero esos hombres no eran los que mataron a mi compañero». «¿Cómo lo sabes?» preguntó Lance. «Porque trabajan para gente que está muy arriba y son de lo mejorcito en su trabajo. No me creo, con todos los respetos, que simples policías locales hayan podido darles caza tan fácilmente». «Lo que es cierto es que a mi me huele que nos estaban espiando en casa de Cathy y, de alguna manera, se adelantaron a prepararlo todo para cerrar el caso rápido» dijo Alan. «¡Exacto!Eso si que me encaja». «También puede ser que lo que ha pasado sea la verdad y que no haya que darle más vueltas al asunto» matizó Blake subiendo al coche. «Sea como sea, el caso está cerrado. Gracias por todo Brandon. Da recuerdos a Cathy». «No se los puedo dar». «¿ Y eso por qué?» «Porque se ha marchado». «¿A dónde?» «No lo se».

Blake conducía en silencio mientras Alan escuchaba la música de la radio. De pronto, el motor empezó a fallar y el vehículo se detuvo. «¿Qué demonios..?» preguntó Lance comprobando que no arrancaba. Nadie pasaba por la carretera y Dagger salió a estirar las piernas. «El cielo se está nublando» dijo mientras cogía su teléfono móvil. «Y no hay cobertura». «¡Perfecto!» dijo Blake dando un manotazo al volante. «Cálmate. No vas a solucionar nada cabreándote». Al acabar de decir eso, vió en el cielo una luminosidad triangular que se movía hacia ellos. «Madre mía…» dijo Alan atónito. Después, de súbito, desapareció y el motor volvió a arrancar. «Ya hay cobertura de nuevo» dijo alegre Lance. «¿Qué era aquello? ¿Lo viste?» preguntó Alan. «¿Ver el qué?» «Nada. Déjalo. Voy a llamar a Caroline. Hola cariño. Vuelvo a casa. No te vas creer lo que nos ha pasado» dijo esbozando una sonrisa.

FÍN

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FRESNO

11
I

«¡Cuánto tiempo sin verte Alan!» «Pues si. ¿Qué tal estás Amanda?» «Pues aquí. A punto de casarme»  respondió sonriendo feliz. «¿Y por qué en Fresno?» «Porque Cade, mi prometido, es de aquí. Le hacía ilusión». «Comprendo». «¿Dónde está mi hermano?» «Estará ligando con las invitadas». «Lo dudo mucho. Más bien querrán ligárselo». «Es muy probable. Mira, te presento a mi novia. Se llama Caroline». «Hola. ¡Qué guapa es!». «Ya sabes que yo tengo buen gusto». «Si. Lo se». «¿Te trata bien Alan?» «Si. Mucho» dijo risueña Caroline. «Me alegro. Así es como debe ser. Aquí viene mi hermano. ¿Qué te has perdido?» «No. Estaba saludando a la familia» dijo Blake. «Es verdad. ¡Me había olvidado de todos los que han venido!» «Pero ya me he escapado. Ahora voy a inspeccionar a la gente nueva». «¿Cómo que a inspeccionar? ¡No son sospechosos!» Mientras reían todos, Alan se percató de un hombre que salía corriendo de la iglesia solicitando ayuda. «Algo ha pasado» dijo corriendo hacia el lugar. «¡Voy contigo!» dijo Blake acompañándolo. Al llegar vieron que se había chamuscado el velatorio parcialmente. «¡Un desastre! No sabemos que ha pasado» dijo un sacerdote. «Habrá sido un despiste. Hay tantas velas» apuntó Alan. «¿Ustedes quiénes son?» preguntó un agente de la policía local. «Yo soy el detective Alan Dagger y él es el detective Blake Lance que además también es el hermano de la novia». «Lo siento. No estaba enterado de sus identidades detectives». «Es normal. Hemos venido como invitados no como policías». «Pero está bien saber que son colegas. Por si las moscas. Ya sabe». «Claro».

«¿En qué trabajas?» le preguntó una chica a Lance mientras estaba tomando un refresco. «A ver si lo adivinas».»Uhm. ¿Biliotecario?» «¿Biliotecario? ¿Por qué?» «Porque llevas gafas». «Pues no. Segunda oportunidad». «Abogado». «Tampoco. Tercera y última». «Arquitecto». «Siento desilusionarte pero tampoco soy arquitecto». «¿Entonces de qué trabajas?» «Soy detective de homicidios del departamento de policía de California». «Me tomas el pelo. No puede ser. Los policías son diferentes». «Son como yo ¿verdad?» dijo Dagger llegando a su altura. «Si. Son como tu» dijo ella sonriendo. «¿Por qué no vas a tomarte algo y de paso nos traes alguna cosa para picar?» «Vale». Blake miró a Alan serio. «¿Qué no parezco policía? ¿Lo has oído?» «No te lo tomes en serio. Seguro que la chica de allí si se lo cree». «¡Ya verás como si!» dijo Lance ajustándose el cuello de su chaqueta con las dos manos.

«Hay muchos invitados» dijo Caroline abrazando a Dagger. «Si. Debe ser una familia numerosa la del novio porque la de Blake la conozco y es reducida». «¿Te gustan las bodas?» «Me gustas más tu» respondió Alan besándola. Mientras se besaban llegó Amanda con su prometido. «Os quiero presentar a Cade chicos» dijo risueña. «¿El prometido?» preguntó Alan sonriendo. «Él mismo» dijo Cade estrechando su mano. «Hazla feliz si no iremos a por ti» dijo en tono jocoso. «Ya me cuidaré de que sea lo más feliz posible por lo que pueda pasarme». «Además es marine. Me protegerá». «¿Eres marine? ¿Dónde has estado?» «En Irak». «Pero sólo daba soporte logístico. No ha matado a nadie». «Mejor. No es nada agradable». «Si. He visto mucha muerte pero hoy toca celebrar la alegría» comentó Cade con un tono agridulce. «Claro que si. Hoy es vuestro día» dijo Dagger alzando su copa.

«¿Cómo ha ido?» preguntó Alan a Blake viendo que se acecaba caminando. «Bueno. De cinco chicas, tres no se han creído que fuese poli, una lo ha dudado y la quinta, la que me ha creído, está casada». «Vaya. ¡Qué panorama!» dijo Dagger riendo. «¡No te burles!¡Se supone que eres mi compañero!» «Lo soy, lo soy, pero…» dijo volviendo a reír. «Ya veo que hoy no es mi día. Me parece que voy cambiar de estrategia. A partir de ahora no sacaré el tema del trabajo».»Vale. Por cierto, he conocido a tu cuñado. No sabía que fuese marine». «Si. Toda su familia está vinculada con los marines. Son muy patriotas». «Lo dices con un tono no muy amistoso». «Es que me repatea ese aire de querer representar que están por encima de ti porque son más patriotas que tu. No lo aguanto. Aparte de eso, es buen tío» dijo cogiendo una copa de una bandeja de una camamera. «¿Preparado para ver a tu hermana casarse mañana?» «Que remedio». «¿No quieres que se case?» «No quiero estar aquí, que es diferente». «¿Por qué?» «No me van las reuniones familiares. Disfruta lo queda del día con Caroline» dijo marchándose. «Así lo haré amigo» dijo Alan bebiendo un sorbo de una copa de cava.

II

«¿Es usted familiar de la novia?» preguntó una mujer de mediana edad a Dagger. «No. Sólo soy un amigo». «Yo soy la tía de Cade, el prometido. Estamos muy orgullosos de él. Es todo un patriota. Sirve en la marina ¿sabe?» «Que interesante. Si me disculpa». «¿Dónde estabas cariño?» preguntó Caroline. «Haciendo relaciones públicas con la familia del novio» dijo Alan esbozando una medio sonrisa. De repente, se oyó un disparo. La gente empezó a correr gritando asustada. «Quédate aquí» dijo Alan sacando su pistola. «¿Has visto algo?» preguntó Dagger a Blake el cual estaba agachado tomando el pulso de un hombre malherido en el suelo con un charco de sangre. «No he visto nada. Está muerto». «¿Lo conoces?» «Es Robert, el hermano pequeño de Cade» dijo Lance con tono serio. «Somos detectives del departamento de policía de California. No se preocupen. Nos encargamos nosotros» dijo Alan al gentío que se había formado a su alrededor.

«Soy el inspector Daniel Fert de la comisaria de Fresno. ¿Qué ha pasado detectives?» dijo un hombre de mediana edad vestido con traje y corbata. «Lo han matado de un disparo certero en el corazón. Seguramente un francotirador experto» dijo Lance. «¿Es usted forense?» «Si. Y también detective». «Y el hermano de la novia» terció Alan. «Vaya. Lo siento. Un día de fiesta convertido en tragedia. A partir de ahora lo llevaremos nosotros. Ustedes están de boda». «Con todos los respetos inspector, nosotros también vamos a trabajar con vosotros. No nos vamos a quedar con los brazos cruzados ante lo que ha pasado» dijo Dagger. «Eso es lo que me figuraba – dijo el inspector sacando un cigarro – Los conozco. Dagger y Lance del departamento de policía de California». «Entonces sabrá que no íbamos a dejaros solos en este caso» dijo Blake. «Por supuesto» dijo Fert soltando una bocanada de humo en el aire.

«¿En qué misiones participó Robert en Afganistán?» preguntó Blake. «En misiones de logística como yo» respondió Cade visiblemente alterado. «¿Quién ha podido hacer algo así?» preguntó Amanda. «Cualquiera que odiase lo suficiente a Robert como para matarlo» contestó Alan. «Pero mi hermano no mató a nadie. Sólo ayudó». «Ayudó a que sus compañeros lo tuviesen más fácil para desempeñar su trabajo. Es cierto, pero ese trabajo se llevaba vidas y hay mucha gente que odia a los norteamericanos por eso» habló Blake con voz templada. «Me llaman. Ahora vengo» dijo Dagger.

Gafas oscuras, traje negro y pelo engominado. Llevaba un pequeño tatuaje en la mano y era alto y corpulento. Así era el hombre que llamó a Alan. çquedaron en el jardín exterior, donde se estaba preparando el aperitivo. «¿Qué desea mostrarme?» preguntó directo. «Tenga» dijo el hombre dándole un dossier.

III

«No me lo puedo creer…» dijo Amanda mirando los papeles. «Tu cuñado Robert y tu prometido no son tan angélicos como parecían a simple vista» dijo Blake. «Esto da un vuelco al caso. Significa que quién mató a Robert seguramente es un miembro de un cuerpo de élite» dijo el inspector Fert dando un sorbó al vaso de café que sostenía con la mano. «¿Pero lo atraparéis?» «Si pero ¿tú que harás con tu boda?» preguntó Lance. «No lo sé…» dijo sentándose en una silla desanimada. «Primero hablemos con Cade. Que nos de su versión» propuso Alan.

«Yo no he participado en esa misión» dijo Cade sentado con los brazos encima de la mesa. «¿Y esto qué es?» preguntó Fert enseñando el dossier. Cade miró las hojas y miró nervioso a Amanda. «No es lo que parece. Sólo fuí a ayudar». «¿Es esto ayudar?» preguntó Dagger mostrando varias fotos donde se veía como disparaba a civiles iraquíes. «Operación bandera negra -dijo Lance – O dicho de otra manera, represalia  a la población civil por un ataque anterior de su gente a los  soldaos estadounidenses». «Y aquí está tu hermano» dijo Alan. Cade se puso las manos sobre la cara. Amanda lo miraba con los ojos rojos y salió de la sala. «¡Amanda!» gritó Cade levantándose. «Quieto. Aun no hemos acabado» dijo Blake obligándole a sentarse.

«¿Qué le pasará?» preguntó Amanda con lágrimas en los ojos. «No lo se. Hemos llamado al FBI. Esto excede a nuestras competencias. ¿y tu? ¿Qué vas a hacer?» preguntó Blake a su hermana.

«¿Se casará con él?» preguntó Alan esbozando una medio sonrisa. «No. Ya se lo ha dicho. No habrá boda» dijo Lance. «Ahora nos toca acabar el trabajo». «Si. Atrapar al asesino». «Eso es compañero».

IV

«¿Cansado?» preguntó la chica esbozando una sonrisa. Blake la miró. Tenía sueño. No había dormido más de tres horas aquella noche. Estaba sentado en un banco del jardín. Escuchaba a los pájaros cantar a la primavera y, de pronto, irrumpía ella. Pelo largo ondulado. Ojos luminosos. Sonrisa franca y con una atractiva figura. Vestía elegante con unos pantalones y una chaqueta de color negro llevando una camisa blanca que le quedaba muy bien. «¿Quién eres? Si eres otra pariente de la familia de los marines no estoy». Ella sonrió divertida y negó con la cabeza. «¿Entonces quién eres?» «Soy Kelsey» dijo sentándose a su lado. «Perdona si no te conozco. ¿Aún sigues aquí? ¿Sabes que la boda se ha anulado?» «Si. No importa». «A mi tampoco me importa. Eres la primera chica con la que tengo afinidad en algo en este recinto». «Ellas se lo pierden». «¿Tu crees? No se. Tengo demasiado sueño como para pensar lúcidamente». «Ya te veo». Blake cerró los ojos cansado y, en ese momento, llegaron Fert y Alan. «¡Despierta bello durmiente!» dijo este último. «¿Qué pasa?» «Ha llegado el FBI» dijo Fert. «¿Ah, si? ¿dónde está?» «Aquí» dijo Kelsey sonriendo. «¿Tu?» «Si. Ella es la agente especial del FBI Kelsey Adams» dijo el inspector mientras extraía un pitillo. «Vale. Me lo creo. Voy a seguir durmiendo con vuestro permiso» dijo volviendo a cerrar los ojos.

«¿Ya estás despierto?» preguntó Alan. «Si. ¿Cuánto rato ha pasado?» «Un par de horas. Hay novedades. Hemos atrapado al francotirador en colaboración con el FBI». «¿Dónde está Kesey?» «¿Te gusta, eh? Ha ido a comer. Está sola». «Gracias. Yo también tengo hambre. Hasta luego». «Hasta luego y que aproveche» dijo Dagger esbozando una sonrisa.

V

«¡Que bien que nos vamos a casa!» dijo Alan subiendo al coche. «¿Tantas ganas tenías de marcharte?» preguntó Caroline. «Pues si. Pero me alegro más porque el caso está cerrado y porque Blake ha encontrado, por fín, churry». «¿Si? ¿Quién es? ¿La conozco?» «No. Es la agente especial del FBI. Nos a ayudadado a atrapar al francotirador. Es muy guapa». «¿Ah, si?» «Si. Pero tu lo eres más» le dijo besándole sonriendo. Caroline sonrió risueña y colgó sus brazos en su cuello dándole un beso.

FÍN

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